1. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó la liberación inmediata de 12 integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) detenidos a consecuencia de los enfrentamientos registrados en San Salvador Atenco en mayo de 2006, por considerar, entre otras cosas, que no tuvieron acceso a un debido proceso. Los ministros de la primera sala de la Corte ampararán y protegerán a los pobladores contra las sentencias que les dictaron jueces y magistrados del Estado de México, que van de 31 a 112 años de prisión, por las acusaciones que formuló en su contra la Procuraduría mexiquense, en especial, al responsabilizarlos de incurrir en el delito de secuestro equiparado, es decir, mantener detenidos a dos o tres funcionarios para canjearlos con sus presos, detenidos sólo por el hecho de protestar.
2. Desde mayo de 2006, cuando miles de soldados disfrazados de policías, con toda violencia y salvajismo, irrumpieron en el pequeño pueblo de San salvador Atenco para someter, golpear, violar, a cientos de familias campesinas, a activistas solidarios y a periodistas mexicanos y extranjeros, la protesta se extendió en el mundo. Se supo que los campesinos eran totalmente inocentes y que sólo eran víctimas de la venganza del gobierno de Fox que no logró construir su gran obra sexenal, el aeropuerto, y del gobernador Peña Nieto enojado por las luchas independista de los atenquences. El mundo supo que estaban los líderes en la cárcel por el sólo hecho de defender sus tierras y de vivir con dignidad. ¿Qué iba a importarle al poder hacer justicia si en México, -país absolutamente controlado por los ricos- nunca se ha conocido su significado?
3. Los jueces de la Suprema Corte –a través de su larga historia- sólo han actuado por consigna del presidente de la República en turno y éste sólo ha obedecido a la clase política y empresarial. La justicia nunca ha existido en México, y si alguna vez las llamadas “instituciones de justicia” han parecido obrar bien sería una o dos de cada mil juicios. Por eso hay que decir: si el pueblo no tuvo la suficiente fuerza para arrancar a sus líderes de la cárcel a pesar de ser 100 por ciento inocentes, y los jueces siempre han actuado por consigna, entonces habría que estar seguro que el gobernador priísta precandidato presidencial, Peña Nieto, y/o el presidente ilegítimo Felipe Calderón –que está desesperado por la “unidad contra la delincuencia”- fueron los que ordenaron el voto favorable de los jueces a la libertad de los atenquences.
4. La izquierda tiene que estar de plácemes porque los ahora expresos políticos de Atenco regresarán a sumarse a sus aún debilitadas luchas: ellos, con sus experiencias, podrán imprimirles nuevos ánimos. ¿No se recuerda acaso que estos valerosos campesinos de manera permanente –aunque con enormes carencias de recursos económicos- siempre se trasladaban a diferentes lugares para apoyar las luchas de los trabajadores? Era precisamente lo más admirable en ellos: su alto nivel de conciencia solidaria, así como su gran disposición para acompañar las grandes o pequeñas batallas. Por ese motivo el anterior gobierno de Fox, así como el de Calderón, impuso sobre los líderes atenquences cuerpos policíacos de vigilancia e intimidación con el fin de bloquear sus movimientos. Pero los camaradas nunca se han dejado intimidar.
5. Es claro que ya no hay tantos ilusos para pensar que ahora que los jueces votaron a favor nuestro es porque son democráticos y partidarios de la justicia; absolutamente nada de eso. Para que la SCJN y demás instituciones limpien su nombre necesitarían hacerse una autocrítica pública y rectificar todo lo malo que han hecho, por lo menos en los últimos 10 años, así como demostrar –en la práctica- su independencia del poder. Pero también seriamos unos tontos irremediables si pensáramos que el sistema capitalista, al servicio de políticos y empresarios cuyo único objetivo es el poder y el dinero, las cosas puede ser de otra manera. La izquierda honesta, radical, no debe vivir de ilusiones, ni tampoco puede ignorar que si el sistema económico y político de unos pocos sigue dominando la “justicia” seguirá sometida a los hombres del poder.
6. Alguien dijo por allá que “todos somos Atenco”, así como todos somos APPO, electricistas, mineros, EZLN o EPR. Ese es un grito importante que significa una identidad con todas las luchas sociales que, desde la izquierda honesta, lucha por una sociedad de verdadera justicia basada en derechos humanos que significa igualdad económica, política, social. No es la justicia de los jueces o del gobierno de los opresores que mantienen llenas las cárceles con indígenas, campesinos, trabajadores y gente humilde mientras tuerce las leyes para beneficiar a los poderosos del dinero. ¿Alguien ignora que el Estado (gobierno, leyes, jueces, policías, cárceles, etcétera) es el instrumento de dominación y control de las clases poderosas sobre la inmensa mayoría del pueblo? En este contexto hay que inscribir la liberación de los presos de Atenco.
7. Con la liberación de nuestros compañeros de Atenco los funestos gobernantes, Calderón y Peña Nieto, buscarán extender su clientela política en estos tiempos electorales. Tratarán de limpiar sus imágenes de por sí ya muy ensangrentadas en estos años de 25 mil muertes relacionadas con el narcotráfico, pero también por asesinatos, represiones y accidentes –al parecer- al margen del narco. Los medios de información, en particular Televisa, TV Azteca y Radio Fórmula, han aprovechado todos los actos de gobierno para hacer propaganda en beneficio de éste. Si el gobierno no tuvo los elementos para mantenerlos 112 en la cárcel o para demostrar alguna culpabilidad, ¿por qué no se paga indemnización a todos aquellos presos que durante meses o años sufren la cárcel y que muchas veces les dice cínicamente “usted perdone”?
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