Lucía Lagunes Huerta *
(CIMAC).- Doña Trini, siempre mantuvo la esperanza de que algún día volvería a tener reunida a su familia, tras más de cuatro años de lucha y resistencia, hoy esa esperanza se volvió realidad ahí, en su casa, en San Salvador Atenco.
La esperanza de Doña Trini, como se le conoce a Trinidad Ramírez, dirigenta social de la resistencia y de la lucha de su pueblo por la defensa de la tierra, se sustentó en la organización social tanto del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), como de organizaciones solidarias que no la dejaron sola.
Doña Trini en estos cuatro años creció como dirigenta, se enfrentó a sus miedos y se empoderó. Aprendió a escribir volantes, a usar la computadora, a dialogar con las autoridades, a ser la mensajera de la lucha de un pueblo más allá de las fronteras mexicanas.
En estos cuatro años escribió sus pensamientos en hojas y hojas que tiene guardadas, que nunca leyó en un mitin o en las conferencias que daba, porque sus palabras salían de su corazón, de su convicción en las demandas que sostenía, y en la organización a la que pertenece.
Con el paso del tiempo, dejó de importarle si su audiencia era mucha o poca, si hablaban su mismo idioma o había otros, como lo hizo en Sudáfrica durante XI Foro Internacional de la Asociación para los derechos de la mujer y el Desarrollo (AWID, por sus siglas en inglés).
Nunca faltó el paliacate rojo como símbolo de la resistencia. Ahí, en medio de un auditorio de tres mil mujeres de todo el mundo, Doña Trini alzó su voz para explicar lo que sucede en México, para decir que un pueblo en resistencia llamado San Salvador Atenco era perseguido por pedir respeto a su tierra, por exigir justicia para 12 presos encarcelados injustamente, por el exilio de una joven y la violación de mujeres.
Su voz tuvo eco, y el Foro mismo se pronunció en solidaridad con Atenco.
Esa fuerza es la que muestra también América del Valle, hija de Doña Trini y de Ignacio del Valle, quien tras el exilio de más de cuatro años, hoy regresa a su hogar, con su familia, con su gente a seguir la lucha.
Ambas confirman la capacidad de resilencia que tienen las mujeres, término que escuché por primera vez en Jalapa, Veracruz en voz de la feminista Libertad Hernández Landa. Ella explicó que en momentos de profunda crisis, las mujeres tienen la capacidad de sobreponerse y salir adelante, no sólo en lo individual, sino con su pueblo, su familia, su comunidad.
Esa resilencia la había visto en las guerras, donde las poblaciones son devastadas, y las mujeres se organizan para salir adelante y mantenerse vivas, ahí están las de la ruta pacífica en Colombia, por citar un ejemplo.
En desastres naturales como inundaciones o terremotos, qué decir de las mujeres en Nuevo León, Tamaulipas, y Coahuila ahora, o las mujeres haitianas, que siguen en pie de reconstrucción.
Este potencial femenino es el mismo que permite a las mujeres sobrevivir a la violencia extrema, que dejen de ser víctimas y transformarse en sobrevivientes.
Sin duda doña Trini, como América del Valle y cientos de mujeres en Atenco, no sólo son sobrevivientes de la violencia extrema institucional, sino que consigo revivirá un pueblo.
* Periodista mexicana, directora general de CIMAC