Entrevista a Felipe Álvarez, ex-preso político y miembro del FPDT. Especial Diagonal sobre Atenco.
Jennifer Rosado y Sergio de Castro Sánchez | Diagonal |
Foto: Jesus Villaseca P / Latitudes Press.
Tras sufrir todo tipo de abusos y un duro aislamiento en sus cuatro años de reclusión, el 2 de julio Felipe Álvarez fue liberado. Sus convicciones permanecen intactas.
DIAGONAL: ¿Hasta qué punto la lucha social es responsable de la libertad de los presos de Atenco?
FELIPE ÁLVAREZ: Hasta su totalidad. Y todavía más allá de nuestra libertad, sigue siendo responsable de todo lo que venga, ya que la lucha social sigue avalando nuestra lucha.
D.: ¿Qué significado tienen estas excarcelaciones para la lucha social en México?
F.A.: Nuestra libertad es un ejemplo dentro de la lucha social de que se puede lograr la justicia. Es una señal de que se puede luchar y derrotar al enemigo.
D.: ¿Cómo piensa que reaccionarán el Gobierno federal y el estatal ante las liberaciones?
F.A.: Creo que la respuesta del Gobierno estatal va a ser muy “mansita”. En estos momentos la fiera no puede dar el zarpazo como lo estaba dando anteriormente.
D.: ¿Por qué?
F.A.: Porque nuestras actividades como Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra lastimarían sus objetivos económicos. El objetivo del gobernador del Estado [el integrante del PRI, Enrique Peña Nieto] es llegar a la silla presidencial y nuestra actitud, nuestro trabajo político, obstaculizaría su camino.
D.: ¿Por qué cree que les condenaron a una sentencia tan elevada?
F.A.: Por el odio que el Estado junto al Gobierno federal tienen contra los pobladores de Atenco por no haber dejado llevar a cabo el proyecto aeroportuario. Es una venganza política por haber sido capaces de defender lo nuestro y no haber cedido a los intereses que ellos persiguen.
D.: ¿Qué tratamiento recibió en el penal?
F.A.: Desde que ingresamos en el penal de máxima seguridad surgen todos los tipos de represión física y psicológica,... es el exterminio. Desde que entramos y durante alrededor de un año fuimos maltratados y golpeados. Posteriormente fuimos reprimidos psicológicamente. Cuando salí dije: “Me salí de la tumba donde estaba enterrado vivo y ahora salgo a la vida”.
D.: ¿De dónde encontrabas las fuerzas para seguir allá dentro?
F.A.: En el espíritu de lucha, en la conciencia, en la dignidad... Los ideales no pueden cambiar por estar detrás de unas rejas, aunque allí haya visto que se ahorca la gente o que la matan... o he oído que alguien había muerto porque “se les había ido la mano”. Esto no sale a la luz pública, no lo conoce el pueblo, pero los asesinatos por medio de la policía interna existen.
Con la tortura psicológica y física, llega un momento que los internos optan por ahorcarse. Hay personas que están siempre encerradas en un calabozo, nunca salen, no son atendidas médicamente, no son atendidas en la comida, no son atendidas en ningún sentido y optan por ahorcarse. Prefieren ahorcarse que soportar ese martirio.
D.: ¿Cómo se siente ahora, después de haber pasado unas semanas de su liberación?
F.A.: Apenas comienzo a medio rehabilitarme aquí fuera. Dicen que el penal es un penal de readaptación social pero yo siempre lo llamo penal de destrucción social, porque si uno llega con ideas o con hechos de criminalidad, allá te conviertes con ideas más asesinas. Me tenían con “chapos”, con violadores... El Gobierno dijo “métanles ahí para que se contaminen”, pero la conciencia que nosotros tenemos jamás se va a contaminar, porque nuestros principios, nuestras ideas, nuestra dignidad, no lo permiten.
D.: ¿Cuál es ahora el objetivo de lucha en Atenco?
F.A.: Que el Gobierno asuma la responsabilidad de los asesinatos y violaciones a nuestras compañeras, porque hasta que no se asuman no vamos a descansar.
D.: ¿Quisiera añadir alguna cosa más?
F.A.: Que vamos a estar con los electricistas, con los mineros y con todos nuestros hermanos que necesiten el apoyo de Atenco así como nosotros recibimos el de ellos. La lucha va a ser nuestra tarea de trabajo para solucionar todas las problemáticas e injusticias que existen en este país. Ya no es Atenco solamente, ahora es la lucha nacional por defender nuestro país, por el no saqueo a nuestro país, por la verdadera soberanía, la lucha por la verdadera democracia.
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En Atenco pasan del “venceremos” al vencimos
Sergio de Castro Sánchez
Gracias al tesón de un movimiento de solidaridad que ha traspasado las fronteras mexicanas, los últimos 12 activistas presos de Atenco acaban de ser liberados.
Han hecho falta cuatro años de intensa lucha para que el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), junto a una miríada de colectivos, organizaciones e individualidades de los cinco continentes, consiguiera que a principios de julio fueran liberados los últimos 12 activistas presos por los hechos acontecidos en San Salvador Atenco en mayo de 2006.
Fruto de una intensa labor de presión desde los movimientos sociales, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenaba su libertad inmediata al considerar que la Procuraduría General de Justicia del Estado de México basó sus acusaciones en premisas falsas y utilizó pruebas ilícitas en contra de los ahora liberados.
Casi dos semanas después, la justicia mexicana retiraba los cargos contra América y Josefina del Valle, hija y prima, respectivamente, de Ignacio del Valle, el preso de Atenco con la condena más larga. Sentenciado a 112 años de prisión mayor, estaba encerrado en el penal de alta seguridad del Altiplano junto a Felipe Álvarez y Héctor Galindo, condenados ambos a 67 años. América del Valle era objeto de persecución política desde 2006 y se hallaba refugiada en la embajada de Venezuela, país al que había solicitado asilo político recientemente.
Desde que en 2001 el Gobierno Federal anunciara su intención de construir el nuevo aeropuerto de Ciudad de México en tierras de Atenco, la lucha por los derechos territoriales de sus pobladores no ha cesado. La paralización del proyecto, producto de intensas movilizaciones, así como la visita del subcomandante Marcos en 2006 en el recorrido de La Otra Campaña impulsada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, con la intención de acercar y coordinar resistencias y alternativas, fueron, según los movimientos sociales, la base de la respuesta represiva que vivió la localidad en 2006. A partir de ese momento, mientras el “caso Atenco” se convertía en bandera de lucha contra la impunidad y por la justicia, el FPDT sumó dos nuevas reivindicaciones: la liberación de sus presos políticos –así como la de los del resto de México– y el castigo a los culpables materiales e intelectuales de los hechos, ámbito, éste último, en el que las acciones judiciales han sido prácticamente nulas.
Muy diferentes, sin embargo, han sido los logros de la lucha social respecto a la exigencia de libertad de los presos de Atenco. Con una estrategia basada tanto en la difusión y la movilización permanentes en México y en el resto del mundo –especialmente en Europa– así como en la acción en los tribunales, los más de 200 detenidos de mayo de 2006 fueron paulatinamente liberados hasta llegar a las últimas excarcelaciones dictadas por la Suprema Corte, cuyo fallo ha sido considerado “precedente y argumento jurídico y moral válido desde ahora para tantos casos similares, presentes y futuros, dispersos por todos los juzgados del territorio nacional”, según palabras de Adolfo Gilly, del Comité Libertad y Justicia para Atenco.
Cuatro años de lucha
Cartas de presos, fórums, marchas, mítines, documentales, plantones como el que La Otra Campaña instaló en los penales en los que estaban confinados los y las presas –y que permaneció en pie hasta que salieron todos ellos–, y un largo etcétera han sido parte de una estrategia de lucha que se ha profundizado en el último año y medio. En este marco, destaca el nacimiento del Comité Libertad y Justicia para Atenco a mediados de febrero de 2009 como un espacio conformado por intelectuales, artistas y organizaciones a los que se les fueron sumando otros de América y Europa, como Noam Chomsky y hasta doce premios Nobel.
El Comité surge como parte de una campaña nacional e internacional que, tras el fallo de la SCJN de ese mismo mes que liberaba de toda responsabilidad a los gobiernos estatal y federal de los hechos de 2006, busca no sólo la liberación de los presos políticos, sino también reclamar esa responsabilidad negada.
Como parte de la segunda etapa de esa campaña, el 11 de septiembre de 2009 arrancaba en el Estado de Chiapas la gira “12 presos, 12 estados”, durante la cual el FPDT realizó un total de 93 eventos además de establecer contacto con 119 organizaciones del país. El 13 de diciembre se cerraba la gira en San Salvador Atenco con el Festival Atenco Resiste. Un mes después, la SCJN aceptaba revisar los casos de los presos ahora puestos en libertad.
La presión social volvía a dar sus frutos el 29 de junio: el FPDT convocó una exitosa Jornada Mundial por la Libertad en Atenco a la que, además de mítines y marchas en la capital mexicana, se sumaron iniciativas de al menos 15 ciudades de América y Europa. Un día después, la SCJN decretaba la libertad de los últimos 12 presos.
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EL FRENTE ESTÁ DE CELEBRACIÓN
El 2 de julio, Atenco se vistió de fiesta para recibir a sus vecinos presos. Dos días después de la liberación de nueve reclusos, 500 personas dieron la bienvenida a los últimos tres activistas que permanecían en prisión.
Era el fin de una lucha que arranca el mismo día de 2001 en que el ex presidente Fox anunciaba que tierras de Atenco, Texcoco y Chimalhuacán serían expropiadas para construir el nuevo aeropuerto de Ciudad de México. Entonces, 500 campesinos reunidos en asamblea permanente decidieron por unanimidad no ceder la tierra, dando comienzo a una lucha que se trasladó tanto a la calle como a los tribunales.
Unos meses después, la mayoría de la población afectada fundaba el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, cuya lucha por el territorio se convertiría en bandera en defensa del territorio y contra el neoliberalismo. Conformado por representantes comunitarios, el Frente decidió no admitir en su estructura a ningún partido político, decisión que es reforzada en 2005 cuando se adhiere a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y se incorpora a La Otra Campaña zapatista.
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UNA MAREA DE SOLIDARIDAD INTERNACIONALISTA
“Sólo somos un granito más de todos los que metimos en sus zapatos. Entre todas, acá y allá, no les dejamos tranquila su impunidad, ni en los juzgados, ni mucho menos en las calles. [Pero] la lucha sigue porque 12 compañeras continúan desde hace cuatro años denunciando, aquí y allá, la impunidad en que han quedado las violaciones contra sus cuerpos. Y van a seguir, y nosotras con ellas”. Frases como éstas pudieron escucharse el 10 de julio en un modesto acto celebrado en el centro social okupado Casablanca de Madrid. Era una gota más de un océano de solidaridad que, a través de un trabajo constante de denuncia y movilización, no ha cesado desde mayo de 2006 en el Estado español. De entre las decenas de iniciativas destaca la de la Comisión Civil Internacional de Observación por los Derechos Humanos que, tras la visita realizada en 2002, se desplazó a Atenco de nuevo en 2006 con la intención de elaborar un informe sobre lo sucedido. Una nueva visita en 2008 la llevó a a afirmar que los procesos jurídicos a los detenidos se habían realizado “vulnerando de forma sistemática las garantías que reconocen la Constitución mexicana y los textos internacionales”.
Igualmente, la catalana Cristina Valls –una de las 5 internacionales expulsadas en 2006 y objeto de abusos sexuales– presentó una denuncia (inadmitida) ante la Audiencia Nacional, vía jurisdicción universal, con la intención de “que se reconozcan las responsabilidades, tanto de los policías que actuaron en el operativo, como de mandos y altos cargos del gobierno mexicano, así como de funcionarios del penal donde fuimos trasladadas”. El caso está ahora en el Tribunal Constitucional.