■ Estamos en sus manos, dice la hija de Ignacio del Valle, “exiliada interna” desde 2006
■ Pesan sobre la joven una orden de aprehensión y una demanda de “secuestro equiparado”
■ Pesan sobre la joven una orden de aprehensión y una demanda de “secuestro equiparado”
Blanche Petrich
América del Valle, el pasado 6 de febrero Foto: Víctor Camacho
América del Valle, hija de Ignacio del Valle, el líder de Atenco condenado a 112 años de prisión, sobre quien pesan una orden de aprehensión y una demanda de “secuestro equiparado” similar a la de su padre, está prófuga desde mayo de 2006. “Prófuga no es la palabra, es como decir que estoy juida de la justicia, como reconocer que cometí un crimen. Estoy en un exilio forzoso, perseguida por mis ideas. Como no tengo posibilidades de pedir asilo en otro país, vivo en un exilio interno.”
La joven exaltada, que tres años antes echaba chispas por los ojos cuando criticaba a las autoridades que ordenaron los operativos contra San Salvador Atenco, hoy se ve más serena, reflexiva. “Pero no creas, sigo furiosa por tener que vivir sin libertad, lejos de mi madre; por ver que cada vez la justicia se nos escapa de las manos; por tener que pasar las horas sentada frente a una puerta burlona que parece decirme: mira, ahí está la calle y tú no puedes salir.”
Con motivo del debate que se inicia hoy en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre el caso Atenco, América ofrece una entrevista a La Jornada en la que advierte: “Si la Corte no determina el castigo a los responsables de más alto nivel de los operativos del 3 y 4 de mayo de 2006, en Atenco, los jueces estarán emitiendo una garantía para la injusticia y una señal muy negativa para todos los disidentes; sería como decir: hay cheque en blanco para reprimir a los que se rebelen contra la prepotencia de los gobiernos”.
Este lunes, en alguno de los escondites que le brinda gente anónima en alguno de los cientos de barrios populares de la ciudad, América estará pegada a la televisión. Concretamente al Canal Judicial. De lo que se diga y haga en la SCJN depende la libertad de muchos, incluso la de ella. “Estamos en sus manos”, reconoce. Aunque también admite que para los atenquenses, la vía judicial “está en chino, porque lo que hemos enfrentado es una constante consigna del más alto nivel para prolongar la injusticia y la impunidad”.
–¿Tienes confianza en los ministros de la Corte?
–Mira, hay jueces como Genaro Góngora Pimentel, que fue muy derecho en el fallo de la Suprema Corte en el caso Aguas Blancas, que al menos hizo que renunciara este malvado de Rubén Figueroa, el gobernador de Guerrero. O el ministro Juan Silva Meza. Tenemos que reconocer que sí, que tenemos una posibilidad. Nosotros apelamos a la valentía y firmeza que pueda haber en algunos de sus integrantes. No en todos, claro. Algunos, como Sergio Aguirre Anguiano, sabemos que tiene una posición diametralmente contraria a la justicia.
De la rabia se aprende la paciencia
América se ve diferente desde la pasada entrevista, hace tres años...
“Sigo furiosa, rabiosa. Pero de la rabia se aprende, se puede convertir en fortaleza, en paciencia. Me tocó vivir esto; también a otros compañeros que estos tres años no han visto, como yo, a sus familias. No podemos ser libres. En mi caso ni siquiera pude estar junto al lecho de muerte de mi abuelito y mi tío Miguel.”
–¿Cómo ves las cosas ahora?
–Estoy segura de que hay que señalar a los responsables de todo esto. Ojalá no lo eluda la Corte. Hace tres años tenía miedo y lo sigo teniendo, porque toda la verdad ya ha salido a la luz, todo el terror que impuso el Estado. Pero no he dejado que el miedo me paralice. Tengo confianza en mi gente.
–¿Qué ha pasado en tu vida estos tres años?
–Ay, diosito, mi vida se hizo chiquita, así como soy yo. Suspendí proyectos académicos, personales, aunque los estudios de pedagogía los he tratado de retomar. He aprendido a hacer arroz, me salen bien las albóndigas y hasta hago bisutería. En las cuatro paredes donde me tengo que encerrar me he convertido en toda una mujercita. ¡Si mi mamá me viera! Tengo los libros, me doy permiso de cantar y de bailar, solita. Agradezco no estar en una situación extrema, como está mi padre, como estuvo mi hermano Ulises, muchos compañeros presos. Estoy convencida de que cargo con una responsabilidad que me rebasa, resistir moralmente ante mi pueblo, ante gente solidaria que ni me conoce. No me puedo dejar derrotar.
Avances y retrocesos
En algunos momentos del proceso contra los activistas presos de Atenco –permanecen 13 en prisión, 10 en Molino de Flores y tres en la cárcel de máxima seguridad del Altiplano– se han abierto rendijas de esperanza que permiten vislumbrar, al final del camino, una resolución judicial que revierta las condenas calificadas por las organizaciones de derechos humanos de “escandalosamente excesivas y desproporcionadas”.
Los tres del Altiplano, Ignacio del Valle, Héctor Galindo y Felipe Angeles, acusados de “secuestro equiparado”, tienen 67 años de pena. Del Valle tiene otros 45 adicionales por incitación a la violencia. Pero meses atrás un tribunal de circuito concedió un amparo definitivo a otros dos prófugos del Frente Popular en Defensa de la Tierra (FPDT), Bernardino Cruz y Adán Espinosa. El tribunal de circuito resolvió que no se acreditaba el delito de secuestro equiparado, que es el mismo cargo que pesa sobre los tres del penal del Altiplano y sobre la propia América.
“Pero tenemos que estar conscientes de que es una lucha larga, porque en este caso ha habido un ensañamiento muy evidente, y no sólo por parte del gobierno estatal, de Enrique Peña Nieto, sino del propio Ejecutivo, del presidente Felipe Calderón, y toda la clase política. No es pequeño el enemigo.”
En otra coyuntura, a fines de 2007 y principios de 2008 hubo otro resquicio de esperanza. América del Valle recuerda que empezó con el traslado de los más de 20 presos que estaban en el Cereso de Santiaguito a Molino de Flores. El cambio de juzgado los favoreció y en los meses siguientes empezaron a ser liberados a cuentagotas; primero, la mazahua Magdalena Durán; luego, el doctor Guillermo Selvas y su hija Mariana, así como varios más.
Sólo nos queda la movilización popular
Sólo nos queda la movilización popular
“Pero se atravesó el asesinato del hijo de Fernando Martí, que fue una pena, desde luego. Hubo un estado de ánimo muy exaltado, se firmó el acuerdo nacional de seguridad y Peña Nieto, por adelantarse, hizo su propio plan estatal contra los secuestradores. Y nos fregó. El juez suspendió los procesos de liberación de Molino de Flores. Incluso reconoció ante los familiares que eran órdenes de arriba. Y a mi papá le dictaron otra sentencia más de 45 años, por supuesta incitación a la violencia el 3 y 4 de mayo, cuando a él ya lo tenían totalmente rodeado. Sólo fue un trofeo más de Peña Nieto.”
La pregunta surge natural: ¿qué vía de lucha va a ser determinante en este caso, la vía jurídica o la de la movilización?
–Yo creo que sólo la organización del pueblo va a obligar al gobierno a respetar la soberanía del pueblo. Es la única opción que nos queda en tanto que se nos cierran las demás puertas. Ellos son, en el caso Atenco, juez y parte.
–¿No hay desgaste?
–Sí, incluso en el propio frente hay un desgaste, que es comprensible y tiene que ver con toda la embestida que ha habido en estos tres años contra todo el movimiento popular a nivel nacional. En tres años cuántas cosas no han pasado: la represión en Oaxaca, la impunidad por el asesinato de Ernestina Ascención (...) Tiene que ver con la criminalización abierta contra los luchadores sociales.
“Pero no nos queda otra más que seguir movilizados, resistiendo, pugnando y exigiendo nuestros derechos. Pero nos queda la integridad. Yo no he sabido que nadie en mi pueblo haya dicho hasta ahora: paremos, ahí muere, yo ya no voy a luchar.”
–Hace tres años el ánimo de la mayoría de los medios de comunicación en contra de los macheteros de Atenco era muy negativo; había un linchamiento. ¿Eso ha cambiado?
–No mucho. Más bien, para las televisoras ya pasamos a un segundo plano; ya agotaron su tema para el rating. No ha cambiado su manera de vernos, nos siguen teniendo desprecio; hasta parecería que tienen vetado el tema. Pero el daño que hicieron con el linchamiento mediático, Televisa y TvAzteca, principalmente, ya está hecho.
–¿No crees que una forma de demostrar tu inocencia sería presentarte ante la justicia?
–Si la justicia de México le garantizara a cualquier perseguido político verdadera justicia, porque no soy la única en esta situación, si se aplicara esto de que uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario y no al revés, entonces me presentaría. Pero no es así. Muchos inocentes han sido condenados y después de años sólo les dan sus cosas y un usted disculpe si les va bien. No, no me voy a entregar. Y no por falta de valor. Porque la justicia está en manos de los mismos represores.