Si Enrique Peña Nieto ha librado las responsabilidades sobre sus acciones durante los hechos de Atenco ahora puede hacer todo lo que quiera. Peña Nieto ha salido fortalecido y pasa a la lista de de gobernadores que han sido beneficiados con impunidad además de un antecedente jurídico que podría exculpar a cualquier otro gobernador que pudiera ejecutar represiones sociales similares. Esta absolución de responsabilidades es también un guiño para que el gobernador Peña Nieto pueda seguir jugando con el patrimonio de la humanidad, instalando sus ridículas luces en el sitio arqueológico de Teotihuacán.
No esperemos que Calderón esta vez arengue contra Peña nieto ni a favor de deponerlo como lo hizo con Mario Marín, cuando Calderón era candidato. Más bien el discurso se desviará sobre el fortalecimiento de las instituciones, pero sobre todo, del estado de derecho.Esta pantomima de impartición de justicia va completamente a tono con la política de la negación, donde el catastrofismo está prohibido, dónde las abusos no existen ni han sucedido. Peña Nieto ha salido fortalecido y ha brincado un obstáculo en su carrera presidencial, ahora tendrá que luchar contra las facciones priístas que no simpatizan con él ni con el poderoso grupo Atlacomulco que ha reinado en el Estado de México desde siempre. Esta absolución de los responsables de crímenes contra la sociedad refleja la actitud de la corte de justicia para no entrometerse con aquellos que aspiran a cargos importantes, limpiando el camino electoral para así lograr apoyo condicionado para el gobierno federal de facto en un momento en que este se desmorona.
Atenco significó para la historia de México la confirmación de que este continúa siendo manejado por la mano brutal de caciques, prepotentes y tiranos que no toleran la manifestación social como demanda ante las fallas de un sistema diseñado para ser servil con el poder. Los muertos de Atenco, los detenidos y encarcelados a perpetuidad han sido presa de escarnio nuevamente; esta vez las macanas, balas, escudos han sido reemplazados por las togas de los magistrados.
Es obvio que las cortesías del estado simulado también se dan, sobre todo, entre las instituciones que lo componen.