- Exigen justicia por las violaciones y muertes durante los operativos del año pasado
- Hombres y mujeres hicieron el recorrido levantando machetes y gritando consignas
Habitantes de San Salvador Atenco, a su paso por las calles del centro rumbo al Zócalo, exigieron la liberación de sus compañeros y el desistimiento de órdenes de aprehensión contra varios de sus dirigentes Foto: Roberto García Ortiz
Por segundo día consecutivo, integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) volvieron a tomar sus machetes y marcharon desde San Salvador Atenco hasta el Zócalo de la ciudad de México, para exigir justicia por las violaciones, torturas y muertes perpetradas por elementos de la Policía Federal Preventiva (PFP) y de la policía estatal el 3 y 4 de mayo de 2006; la libertad de sus 29 compañeros presos y el desistimiento de las órdenes de aprehensión contra varios de los dirigentes.
De nuevo, lo mismo que el pasado jueves, el FPDT refrendó su activismo, y a un año de la represión de la que fueron objeto por parte de las fuerzas federales y estatales salieron una vez más a las calles, como cuando lograron echar abajo el proyecto de construcción del aeropuerto alterno a la ciudad de México, pero ahora con las consignas por las que vienen luchando desde hace un año.
Desde temprana hora, unos 300 ejidatarios se congregaron en la explanada principal del poblado. Mientras unos alistaban la caballería, otros afilaban sus machetes y preparaban las mantas. Ahí, Trinidad Ramírez, esposa del líder del FPDT, Ignacio del Valle, quien ha tomado la batuta del movimiento, llamó a los manifestantes a no caer en provocaciones, porque se trata de "una marcha de paz".
A las 11 de la mañana comenzó la caminata. El contingente, encabezado por la caballería, se enfiló por la carretera federal Texcoco-Lechería. Atrás venían las mujeres levantando sus machetes y ramos de rosas artificiales en señal de paz; la retaguardia la cubrían los hombres.
El recorrido de casi 10 kilómetros duró alrededor de cuatro horas. Primero tomaron por la carretera federal Texcoco-Lechería y después por la autopista Peñón-Texcoco, donde durante 40 minutos tomaron la caseta de peaje y aplicaron lo que denominaron "la caseta popular", permitiendo el libre paso a los automovilistas, quienes evitaron el pago de 29 pesos.
A su paso por La Magdalena Panoaya, los atenquenses despojaron de un disco de videocámara a un efectivo de la PFP que venía filmando la marcha, al considerar la acción "un acto más de provocación".
Al llegar a los límites con el Distrito Federal, abordaron varios autobuses para llegar hasta el Angel de la Independencia, donde ya los esperaban cientos de personas de organizaciones como la APPO, el Comité 68, estudiantes de UNAM, IPN y ENAH, entre otros; de ahí volvieron a caminar rumbo a la Plaza de la Constitución, y aunque en esta ocasión la dirigencia de la otra campaña no acompañó a los manifestantes, sumaban alrededor de mil personas.
Al paso del contingente, algunos de los peatones alzaban su puño izquierdo en señal de apoyo a las exigencias de los ejidatarios. Sin embargo, a la altura del Hemiciclo a Juárez la marcha estuvo por cambiar su destino final, debido a que cientos de jóvenes convocados por el conductor de Televisa, Facundo, corrieron hacia el Zócalo capitalino, porque el cómico convocó a una marcha "por los derechos de las teiboleras".
Los atenquenses se detuvieron por más de 30 minutos en el lugar y hasta pensaron dirigirse hacia la Secretaría de Gobernación, pues consideraron que se trataba de "porros". Luego de varias charlas con el responsable de Atención Ciudadana del GDF, Martín Juárez, el FPDT decidió continuar su caminata con rumbo al destino original, pero ahora protegidos por una valla humana que formaron los propios ejidatarios.
Las estrofas del Himno Nacional fueron entonadas por los manifestantes a su ingreso a la explanada del Zócalo, para posteriormente dirigirse a la puerta principal de Palacio Nacional, donde colocaron una gran manta con la leyenda: Defender los derechos humanos no es un crimen.
Durante el mitin se leyó una carta de Ignacio del Valle, en la que recuerda que "hoy hace un año que la bestia nos atacó, agraviando nuestros sentimientos más sagrados en la forma más cobarde y vil, dejándonos una herida muy profunda que nos estremece de rabia y que no se olvida, y nos convoca a redoblar esfuerzos para seguir la marcha y no detenernos jamás; aunque el camino sea tortuoso y nos acechen peligros, no tenemos que parar".