La reactivación del proyecto para construir una terminal aérea alterna a la de la ciudad de México en aquel municipio parece una locura, pero hay muchos indicios de que será así
¿Qué pensaría usted, lector, si le decimos que el gobierno federal analiza, con toda seriedad, revivir el proyecto para la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco, en el controvertido municipio de Atenco, en donde el entonces presidente Fox sufrió su más escandalosa derrota política?
Sin duda se alzarían muchas voces que, con toda razón, podrían argumentar que se trata de una decisión descabellada, que sería un despropósito del nuevo gobierno federal o, incluso, que se trata de una batalla perdida, sobre todo por la polarización causada por el encarcelamiento de algunos de los principales líderes de la región -de los "macheteros"-, que se opusieron y que fueron sentenciados a desorbitadas penas corporales, de hasta 67 años de cárcel.
Acaso asistiríamos a la reactivación del movimiento social de los llamados "macheteros" -el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra-, al fortalecimiento de grupos sociales que tripularon al movimiento de resistencia, como el alicaído Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), y de sectores del PRD que hace un quinquenio le apostaron al fracaso del gobierno de Vicente Fox, en ese proyecto específico, que de haberse realizado habría competido con la espectacularidad de los segundos pisos en Periférico, la obra faraónica del entonces alcalde de la capital del país.
En efecto, la reactivación del proyecto para construir un aeropuerto alterno al de la ciudad de México en San Salvador Atenco parece una locura, pero hay muchos indicios de que será retomado por el gobierno de Felipe Calderón, una vez que aún sin terminar la remodelación del aeropuerto actual, su saturación y vida útil ya han sido rebasadas por la demanda, además de que se habría desechado de manera definitiva la alternativa de construirlo en el estado de Hidalgo.
Y la primera pregunta que salta es de sentido común. ¿Por qué insistir en Atenco? Se pueden esgrimir muchos argumentos, sobre todo técnicos: que se trata del lugar ideal, que ya existen todos los estudios y proyectos, los planes y planos de la nueva terminal aérea... Pero además de todas esas razones técnicas, al parecer existe una razón más poderosa, que pesa por sobre las demás. Una razón política, entreverada con una suerte de orgullo partidista y, en el extremo, de reto personal.
Más claro. Todos saben que precisamente en Atenco el gobierno de Vicente Fox sufrió la más severa derrota política, al ver cancelado lo que sería la obra de infraestructura más importante de su gestión. Con el tiempo, Atenco se convirtió en un triunfo del gobierno perredista de la capital del país, gestión que logró sacar adelante, contra viento y marea, los segundos pisos, en tanto que Vicente Fox debió retroceder ante su incapacidad política y la de sus colaboradores para impulsar la terminal aérea. Atenco, al final de cuentas, se convirtió en un símbolo de lucha de grupos sociales como el EZLN, entre otros, contra la imposición arbitraria del gobierno derechista de Fox.
Por eso, el gobierno de Calderón parece dispuesto a convertir en victoria política y en símbolo de su capacidad de negociación y de control de daños lo que para el gobierno de Fox fue su mayor derrota. Y en efecto, el segundo gobierno panista ya trabaja para establecer un programa de control de daños en Atenco, que podría incluir una delicada negociación política con las partes en conflicto, el perdón para los líderes de Atenco acreedores a una descomunal sentencia corporal de más de 60 años de prisión, el pago justo por las tierras sobe las que se construiría el aeropuerto, además de un agresivo programa de desarrollo en la zona.
No sabemos si ya se tomó la decisión final, pero lo que es cierto es que se analiza en serio y con cuidado esa posibilidad; se calculan los riesgos, se diseñan las estrategias y se pulsan los obstáculos y los antídotos para superarlos. Se trata, de tomarse la decisión final, de una apuesta política de alto riesgo, pero de importantes beneficios políticos, económicos y de imagen para el nuevo gobierno, empeñado en dar resultados y en abrir nuevos frentes de eficacia, más allá de la poca lucidora batalla contra el crimen organizado y el narcotráfico.
Y como en todo proyecto de esa naturaleza, el gobierno federal requerirá de aliados políticos fuertes, que encuentren en esa alianza un beneficio (contante y sonante). Y los aliados ya están a la vista. Como todos saben, un sector del PRI tiene en el gobernador del estado de México, Enrique Peña, a un potencial candidato presidencial para 2012, incluso para algunos priístas se trata de más aventajado precandidato presidencial por ese partido.
Pues bien, uno de los grandes beneficiados políticos de la construcción del nuevo aeropuerto sería el gobernador mexiquense, cuyos bonos políticos y de imagen se irían a las nubes si al final de cuentas se reaviva el proyecto de San Salvador Atenco para construir la nueva terminal aérea. Y si al final de cuentas se le da luz verde el proyecto, podremos saber de qué está hecho el gobierno de Calderón. Al tiempo.