martes, mayo 29, 2007

El gran secuestro


Rosario Ibarra - 29 de mayo de 2007

Hace poco, el pasado abril, nuestra organización, que defiende presos y desaparecidos, cumplió 30 años. No faltaron despistados o cínicos que nos felicitaron, como si la existencia de grupos de esta naturaleza, no fuera una vergüenza para el país.

¿Que por qué lo digo? ¡Caray! Porque si quienes tienen la obligación de velar el cumplimiento de la ley lo hicieran, saldrían sobrando "comisiones de derechos humanos" de todos tamaños. Algunas hay que viven del dolor ajeno, que medran, que se enriquecen con los presupuestos millonarios a su disposición, y que muy frecuentemente acatan la voluntad del Poder Ejecutivo y ponen las palabras de éste en boca propia.

Como decía, cumplimos 30 años y hubo la idea de hacer unas camisetas conmemorativas. Son negras, con el emblema y las letras en blanco. El emblema es el perfil de una mujer que grita con el puño izquierdo en alto, mientras enjuga una lágrima en un rostro que cubre la mitad del otro. En la espalda puede leerse -entre otras cosas-: "La justicia sigue secuestrada por el mal gobierno. La tienen desaparecida como a nuestros familiares, los desaparecidos políticos.... ¡Castigo a los culpables!".

Hicimos esto porque no hay espacio para nosotros (como para muchos otros) en los llamados "medios electrónicos" y tampoco en los escritos, salvo honrosísimas excepciones, pero, sobre todo, porque es una enorme verdad la que decimos, en contraposición a lo que ostentosamente y con cargo al erario afirman algunos en los desprestigiados spots que inundan las pantallas de televisión y no pocos espacios de páginas editoriales, en donde se afirma que las cosas van bien, que se respeta el "estado de derecho"... (¡¿en dónde?!).

Leí por allí que de un tiempo para acá "los avances son innegables"; que "la tortura que era cotidiana ha pasado ha ser una práctica esporádica y varios de sus practicantes han sido castigados". Quien esto afirma debe estar muy bien enterado de la tortura en el pasado, por asuntos de consanguinidad (y pienso que sin culpa propia), pero en este trágico presente parece no tener percepción, ni memoria, ni capacidad de indignación. ¿Cómo es posible no saber sobre la tortura en Atenco, en Oaxaca y en todas las "investigaciones" que llevan a cabo las distintas policías y los soldados disfrazados de "preventivos"?

Afirmamos categóricamente: la justicia está secuestrada; si no es así, ¿por qué las cárceles están repletas de presos inocentes o cuyos juicios están amañados por la corrupción de ministerios públicos y jueces (aquí también, con honrosísimas excepciones)?

El mal gobierno llena los penales y se olvida de los que están dentro. Citaré sólo algunos ejemplos: Juan Valdez Pérez, a quien conozco desde hace mucho, porque supimos de su caso en el Frente Nacional contra la Represión, ya tiene derecho a ser liberado y aún está preso en San Luis Potosí; Lorenzo Antonio Zúñiga Luna, jovencito a quien le fue arrancada una confesión falsa mediante tortura, sigue encarcelado en Uruapan, Michoacán; los hermanos Bartolomé y Domingo Melchi, integrantes de la Unión Campesina Independiente, están presos en Puebla desde hace ya nueve años, junto a otros muchos compañeros que ya pueden ser liberados, y el gobierno ha roto la promesa de hacerlo. Y en el pasado recientísimo, la ridícula condena a los presos de Atenco, su infamante reclusión en penales de "alta seguridad", al igual que los de Oaxaca, que están en celdas de castigo en las que no se les permiten visitas y tampoco leer. Parece increíble, pues hasta el dictador Porfirio Díaz lo permitía a sus críticos encerrados en las "tinajas" de San Juan de Ulúa.

Repito: la justicia está secuestrada y ante el crimen que asuela el territorio entero, el mal gobierno tiene la "salida" de culpar de todo al "narco", pero el pueblo que no es un retrasado mental se pregunta: "¿Qué razón tendrían los llamados cárteles para asesinar al síndico de Putla, Oaxaca, Juan Alfonso Robles Martínez, integrante del MULT, organización triqui? ¡Ninguna! Y en la zona, a lo largo de 10 años, caciques y gobierno dieron muerte a más de 500 integrantes de esa noble etnia.

De igual forma y en el mismo estado, ¿cómo culpar al "narco" de la muerte del maestro, el buen maestro Crespo Félix Cruz Barrita? No cabe duda: ¡la justicia está secuestrada!

Dirigente del Comité ¡Eureka!