Tuzamapan, Coatepec, Ver., a mayo del año 2007
Compañer@s: Tantas cosas son las que el corazón quiere decir, que no irían bien en una hoja de papel, así que les envío esta carta, que ha requerido ser escrita en pétalos de flores, en hojas de tulipán y níspero, de mango y café, y en trozos de nubes nacidas en el Citlaltépetl que me mira en las mañanas. Un año, y los golpes siguen, los golpes de tantas mentiras y abusos, de impunidad y sin razón. ¿Qué hacer para que el corazón no reviente de tanta indignación?
Hablar, contar su historia, decir la palabra de la verdad. No olvidar. No perdonar. No olvidar, sobre todo. Así como ustedes no olvidaron antes su deber. Ahora nosotros aquí, desde nuestro lugar, no olvidamos. Pienso a veces qué sentirán estar ahí, encerrados, presos. No lo comprendo, es como una pesadilla, una pesadilla real y diaria, lo sé. Y cuando me lavo por las mañanas, pienso en ustedes, durante el día, en las cosas cotidianas, recuerdo. Pero más por la noche, cuando el viento llega fuerte, quiero aprovecharlo para enviarles señales de que no los olvido.
Pienso en su lección de vida, de dignidad, y trato de merecer llamarles compañer@s. Sé que muchos de ustedes trabajan la Tierra, por eso, cultivo flores en su nombre, y entre geranios y tulipanes, rosas y azucenas, los recuerdo cada día. Es muy poco tal vez, pero quiero que sepan, que cada vez que toco la Tierra, lo hago en su nombre, para que no sienta tanto su ausencia. Sé que ella se da cuenta que no es igual, pero no dice nada, sólo calla, y espera… espera la hora de la justicia, que llegará, muy pronto, como el amanecer, y brillarán las flores y un nuevo sol nacerá. Si se están pendientes en la nochecita, el viento les hará llegar un abrazo con harto cariño.
Fraternalmente Griselda
Pd. Les envío un pensamiento, que busca acompañarles para que recuerden que NO ESTÁN SOLOS.