jueves, 22 de febrero de 2007
Por Ricardo Andrade Jardí
Por Ricardo Andrade Jardí
Muchas fueron las voces que intentaron minimizar la brutalidad y perversión de las distintas policías que los primeros días de mayo del 2006 entraron con violencia y prepotencia a San Salvador Atenco, dejando cuando menos dos muertos y un gran número de heridos y esas mismas voces, que son las que nos hablan de defender las instituciones corruptas de la democracia, son las que intentan defender a Fox después de haber confesado que efectivamente la elección del 2 de julio fue todo menos limpia y que más que nada se trató de una venganza en contra de un adversario político, que al parecer no tenia interés en mantener los privilegios de los grupos o consorcios que financiaron primero la campaña electoral del ex gerente de la Coca-Cola y luego la del "caballerito" como candidato de aquél.
"Soy el único presidente que ha ganado dos elecciones" afirmaba el empleado de la Coca-Cola, en un viaje por Estados Unidos y no es para nadie desconocido el hecho de que Fox afirme estupideces y menos aún que mienta en sus estupideces.
Fox no tiene la capacidad intelectual de distinguir entre "su sexo" y el sexenio, entre ser o dejar de ser presidente y tampoco hay que darle más crédito del que su escasa condición cultural le otorga, no es un monstruo con grandeza sino un estúpido manipulable, sin vocación alguna, que fue utilizado, hasta el límite de la tolerancia ciudadana, por los usureros y especuladores de la dictacracia neoliberal para golpear a los pueblos latinoamericanos y muy particularmente al mexicano.
Pero esas declaraciones confesas del ex gerente de la contaminante refresquera de cola, que en cualquier democracia hubieran hecho merma en la clase política, en nuestra folclórica y bananera república no dejan de ser para la tropa de seudo intelectuales a modo de la telecracia y consorcios afines más que una desesperada pasarela de dimes y diretes, en medio de las ruinas de un sistema deprimente que se hunde en el fango de sus cañerías arrastrando al país entero en sus evacuaciones. Al igual que los intentos del Poder Judicial de consagrarse como "una autonomía" ante el Ejecutivo se reflejan en la tibia declaración de la Corte con relación a los abusos cometidos por los "operativos" de limpieza de las diferentes corporaciones policíacas que torturaron, humillaron, golpearon, violaron y asesinaron en Atenco a mujeres, ancianos niños, jóvenes y discapacitados y quienes, por las estupideces de Fox como instrumento manipulado de la derecha, se vieron obligados a vivir casi seis años en rebeldía.
¿Con qué cara nos dirán los seudo intelectuales a modo que no hubo tales abusos, cuando hasta las instituciones que defienden el sistema certifican lo contrario?
¿Cuántos de ellos escribirán o saldrán a cuadro para denunciar lo que antes negaron apelando a la falta de memoria del público?
Y, una vez demostrado, ante los ojos incrédulos del confort mediático, que los abusos denunciados por "los renegados" de Atenco (o de Oaxaca) son ciertos ¿cuánto tardará el gobernador del Estado de México en presentar su renuncia para ser investigado? lo que sería totalmente lógico en la ética de la democracia. ¿O cuántas órdenes de aprehensión girarán los jueces en contra de los altos mandos que ordenaron, permitieron y fomentaron la represión de los habitantes de San Salvador Atenco? ¿Y quién girará la orden de aprehensión contra Vicente Fox y Peña Nieto por el asesinato con todas las agravantes del compañero y amigo Alexis Benhumea?
Lo probable es que nada pase, pues lo único cierto es que en México la aspiración democrática es un delito al que se castiga de la peor forma. Los compañeros de Atenco son tan sólo un ejemplo más, entre muchos.