domingo, octubre 07, 2018

¿Aeropuerto o agua?


Fernando Córdova Tapia*
L
a Ciudad de México está catalogada internacionalmente como una de las ciudades con mayor riesgo de quedarse sin agua potable. Esta situación está ya a la vuelta de la esquina. De acuerdo con Ramón Aguirre Díaz, director general del Sistema de Aguas de Ciudad de México, en el escenario actual no está garantizado el abasto más allá de 2019. Esto nos debería tener en un estado de emergencia a los más de 20 millones de habitantes de la zona. Sin embargo, estamos haciendo exactamente lo opuesto.
Necesitamos comprender que seguimos viviendo sobre un territorio lacustre y que cada año el agua seguirá reclamando sus afluentes naturales en busca del lago de Texcoco. Llevamos 500 años tratando de desecar la cuenca y seguimos creyendo que lo podremos lograr con más y mejor infraestructura gris. La historia nos muestra que no importa cuánto nos esforcemos, la naturaleza lacustre no se puede contener.
Resulta paradójico que se sufra por falta de agua cuando se vive sobre lagos. Para entender este sinsentido hay que recordar que toda la ciudad está en un continuo proceso de hundimiento debido a la sobrexplotación del acuífero. Para entender esto basta con imaginar una ciudad asentada sobre una esponja con agua. Mientras la esponja se mantenga saturada de agua, la ciudad se sostiene, pero conforme se va secando la esponja (considerando que extraemos el doble de agua de la que infiltramos) la ciudad comienza a hundirse. El problema con el hundimiento es que año con año somos más vulnerables a las inundaciones, es decir, la misma lluvia de hace cinco años hoy nos genera mayores problemas de inundación.
Para luchar contra las inundaciones hemos declarado una guerra contra el agua, insistimos en entubar los ríos y expulsar de la cuenca el agua de lluvia mezclada con el drenaje. Así, cualquier gota de lluvia que cae sobre la ciudad invariablemente llega al sistema de drenaje, hace un recorrido hacia Texcoco y de ahí es expulsada de la cuenca por medio de más infraestructura gris. Así, cada temporada de lluvias, el agua cae sobre una plancha de concreto sin zonas de retención/captación perdiendo cualquier oportunidad de ser aprovechada o infiltrada. Esto es lo que nos está arrastrando a un severo problema de desabasto. Por si fuera poco, acompañando esta irracionalidad hemos recurrido a la continua importación de agua de otras cuencas para mantener el desmedido crecimiento urbano de la ciudad. Y es así como pendemos, literalmente, de un tubo.
Necesitamos, obligadamente, encontrar la mejor manera de coexistir con el agua en un ambiente que siempre ha sido acuático en lugar de luchar por repelerla. Desde hace ya 50 años se ha reconocido que una solución real es regresar a la vocación lacustre de la cuenca mediante la rehidratación y restauración del lago de Texcoco. La recuperación de esta área prioritaria es fundamental para lograr el restablecimiento del equilibrio hídrico de la cuenca. Sin embargo, un grupo de personas pensó que era una mejor idea construir un aeropuerto sobre ese lago.
De cara a una inminente crisis hídrica, ni siquiera deberíamos estar preguntándonos si continuar o no con la construcción del aeropuerto. Ese proyecto debe ser cancelado porque nos está arrebatando la única esperanza de tener seguridad hídrica en el futuro cercano.
El terreno Federal de Texcoco tiene una superficie de 10 mil hectáreas. El proyecto aeroportuario se construye sobre 5 mil. Hoy día, con un avance constructivo de 20 por ciento, el único cambio irreversible sobre el terreno es la plancha de concreto de la terminal aérea que tiene una superficie aproximada de 100 hectáreas, es decir, sólo el uno por ciento del terreno federal ha sufrido cambios irreversibles. Cancelar el proyecto ahora abriría una ventana de oportunidad sin precedente para la recuperación hidrológica del lago de Texcoco. Así, no sólo basta con cancelar el proyecto, sino que se debe asegurar, de una vez por todas, la recuperación de la vocación lacustre de la región. Una resolución de este tipo marcaría el inicio de un necesario cambio de paradigma en la forma en la que se concibe la relación que existe entre la naturaleza y la ciudad.
Sin embargo, mientras usted lee estas líneas estamos enterrando esa posibilidad debajo de un necio aeropuerto.
* Doctor en ecología.
#YoPrefieroElLago