Prefirió ubicar al frente de cada acto público a las élites política y económica, dice
Alma E. Muñoz
Periódico La Jornada
Sábado 20 de febrero de 2016, p. 4
Sábado 20 de febrero de 2016, p. 4
El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan señaló que
un muro infranqueablede poder impidió que el papa Francisco se entrevistara con los padres de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos y visitara Guerrero, entidad que, aseguró, “condensa la tragedia que vive el país y donde se han consumado, desde los años de la guerra sucia, graves violaciones a los derechos humanos”.
Mencionó que las autoridades federales se empeñaron en obstruir cualquier resquicio que diera la posibilidad de que los familiares de los normalistas y de otros desaparecidos pudieran saludar al pontífice y expresarle su dolor y su profunda esperanza por encontrar a sus hijos.
El centro Tlachinollan apuntó que tras la visita del Papa, el gobierno de México
ha quedado evidenciado con su actitud despreciativa con la gente que sufre, y por eso no puso en la misma balanza a quienes han sido víctimas de la violencia, que representan el clamor más profundo del México que nos duele, y a las élites política y económica, que sí ocuparon los primeros asientos en todos los actos públicos y tuvieron la oportunidad de encontrarse con Francisco en espacios privados.
Afirmó que el caso de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa marca uno de los momentos más críticos que vive nuestro país.
Es ineludible, no puede ignorarse, mucho menos puede silenciarse a las víctimas que claman justicia. Es comprensible que los papás y las mamás de los 43 estudiantes esperaran pacientemente contar con una oportunidad para reunirse con el papa Francisco. Entendieron que no sería fácil encontrar un espacio en su agenda; más nunca imaginaron que las autoridades federales se empeñarían en obstruir cualquier intento y bloquear cualquier resquicio.
Tlachinollan reveló que una de las mamás de los 43 normalistas voló a Chiapas con la ilusión de acercarse al Papa.
Las organizaciones hermanas hicieron todo lo que estuvo a su alcance para que pudiera saludarlo, pero el cerco formado en torno al pontífice fue tan férreo que resultó imposible vencer todos los bloques de guardias que giraron a su alrededor.
Una carta firmada con el corazón en la mano fue el último consuelo que les quedó para que Francisco escuchara su palabra a través de su letra. Tampoco se pudo lograr, indicó.
No obstante, dijo, los padres de los normalistas constataron que su lucha por la verdad y la justicia no se circunscribe únicamente a las víctimas de la violencia, sino que es de todo México.
Es una causa que ha sido enarbolada por vastos sectores de la sociedad y la misma población católica la asume como demanda legítima.
El centro Tlachinollan aseguró que la fuerza de los padres de los estudiantes se mantiene inquebrantable para
dar la batalla en estos momentos cruciales en que el gobierno se empecina en reditar su verdad histórica sobre lo que pasó en Iguala y en proteger a las autoridades civiles y militares, que de alguna manera participaron en la desaparición de sus hijos.