A antaño escuchábamos que en México DF le robaban a uno los calcetines sin quitarle los zapatos, en alusión al hurto fino que los delincuentes realizaban. ¿Y qué decir del robo de coches, que en menos de cinco minutos los ladrones eran capaces de encenderlo directamente? Robar era todo un arte, donde no prevalecía la violencia. Así surgieron los famosos ‘paqueteros’, que con artimañas y un teatro armado con dos personas ilusionaban a quienes salían de los bancos para timarle sus ahorros. Hoy si usted se entera de un robo a un tarjetahabiente seguramente fue a mano armada, el truco de los paqueteros quedó en desuso. Respecto a los secuestros, se ejecutaban en contra de grandes magnates o políticos para financiar movimientos ideológicos o sociales. La prensa dio cuenta de los realizados por la Liga 23 de septiembre o por la guerrilla de Lucio Cabañas.
Tiempo después, todo fue cambiando los robos de autos se hicieron a mano armada y los secuestros se generalizaron, pero aun así, quienes vivieron esos amargos trances por bandas sanguinarias como la de Arizmendi El Mochaorejas se atrevían a lo mucho a cortar un dedo o una oreja para presionar a los familiares, aunque se les acusa de tres homicidios por no pagar el rescate.
En ese contexto, era preferible que esas bandas anduvieran sueltas haciendo de las suyas a las actuales integradas policías que con toda impunidad asesinan. Recordemos también el múltiple asesinato ocurrido en el estado Jalisco, donde un policía meses atrás rescató a la víctima de sus plagiarios y posteriormente participó en la matanza de él y de todos los integrantes de su familia.
Hablando de todo tipo de secuestros, la sociedad está inerme y en desventaja ante las autoridades.
Hablando de todo tipo de secuestros, la sociedad está inerme y en desventaja ante las autoridades.
Ignacio del Valle, un luchador social de San Salvador Atenco, supera ya su sentencia a los 112 años por haber detenido por varias horas a dos funcionarios, los jueces equiparan esa acción como secuestro.
En Oaxaca, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez fueron detenidos por cuerpos policíacos, ¿Qué castigo han recibido quienes cometieron su detención? Pues han ocultado información sobre su captura y paradero.
La ley en su artículo 215-b otorga pena de cinco a 40 años de prisión a quien propicie o mantenga dolosamente su ocultamiento bajo cualquier forma de detención -legal o ilegal- Lo anterior es una muestra irrefutable que aplican la justicia de dos maneras: dura e inflexible para los adversarios, blanda y tolerante para los que gobiernan.