dom, 01 feb 2015 08:36
Tijuana, BC. Estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, denunciaron en esta ciudad fronteriza que sus familiares y alumnos fueron amenazados de muerte, y en algunos casos les ofrecieron dinero a cambio de frenar las movilizaciones y protestas para exigir el hallazgo con vida de sus 43 compañeros desaparecidos el 26 de septiembre pasado.
Uriel Alonso Solís y Gamaliel Cruz sobrevivieron al ataque armado en Iguala, en el que policías municipales detuvieron a los alumnos y luego los entregaron al crimen organizado.
Ambos llegaron el sábado a Tijuana como parte de las 10 comisiones de normalistas, que iniciaron una gira en todo el país para dar su testimonio, pero también para pedir que no haya elecciones federales, y además rechazar las declaraciones del procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, sobre la supuesta muerte de los jóvenes.
“El gobierno ha estado amenazando a padres de familia y miembros del comité… nos han dicho que si no dejamos de andar de alboroteros, que nos atengamos, que nosotros también tenemos familia… tenemos miedo por una parte, pero primero está la dignidad, no queremos saber si es el crimen organizado o el gobierno porque es lo mismo. Han ido a las casas, llegan policías y les ofrecen dinero, dijimos que nadie iba a hablar de esto pero queremos hacerlo público ¡Ya basta!”, reveló, Solís.
Uriel tiene 21 años, y estudia el segundo semestre de la Normal Rural Isidro Burgos. Dice que de aquella noche, en Iguala, recuerda cuando en medio de la balacera, habló por última vez con Julio Cesar Mondragón, uno de sus compañeros, a quien un día después localizaron desollado.
“Te cansas de llorar, muchos de los compañeros de primer semestre por eso no han salido a las conferencias, porque les gana el llanto, a nosotros también las primeras veces, pero alguien tiene que salir a luchar, a pedir justicia y mantenerse en pie… es difícil porque nos ha tocado ver el dolor de los padres, ellos siguen en las escuelas, somos su apoyo”, dijo.
Asegura que nadie está preparado para vivir una tragedia como la ocurrida en Iguala, pero reconoce que en la escuela, desde el primer semestre los preparan para sobrevivir, bajo cualquier condición: sin dinero y en medio de la violencia.
“Para nosotros estudiar en esa escuela es una esperanza, somos hijos de campesinos… de la tierra, soñábamos con estudiar tal vez otras cosas pero no se puede, sin dinero nunca se puede, pero un día nos enteramos que había una escuela en donde el único requisito que te pedían era ser pobre… esa era nuestra oportunidad de una vida diferente, de ser maestros y enseñar a otros que tampoco pueden”.
El 27 de enero, Murillo Karam, aseguró en conferencia de prensa, que los normalistas fueron asesinados, quemados en el basurero de Cocula, Guerrero, y luego arrojados al río, sin embargo, ni los padres de familia, ni los estudiantes creen en esa versión, por eso, dice Uriel, exigen que continúe la búsqueda con vida de sus compañeros.
Aunque que el cansancio es feroz y a veces el cuerpo les pesa. Ninguno ha dormido más de dos horas, pues antes de Tijuana, estuvieron en el aeropuerto de Acapulco, con la misma intención, difundir un solo mensaje: venimos al norte para dar voz a nuestros compañeros, pero no solo a ellos, sino a todos los desaparecidos del país, queremos justicia.
Tras la desaparición de los 43 estudiantes, los alumnos de la normal, las familias y organismos civiles iniciaron con una serie de movilizaciones que tuvieron alcance en otras partes del mundo, pero que en los últimos meses y en el caso de Guerrero, llegaron a la toma de por los menos 35 de los Ayuntamientos, dijo Gamaliel.
Tiene 22 años, y estudia cuarto semestre. Para él no existe otra forma de hacer justicia, ante lo que considera una de las agresiones más siniestras en contra de los estudiantes, pero no la única, pues recuerda que en diciembre de 2011, dos compañeros, Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría, fueron asesinados por policías federales durante el desalojo de una manifestación.
Ahora que las familias y que la sociedad han respondió, la respuesta del gobierno federal, dice, es enviar 5 mil policías federales para evitar que continúen las protestas.
“Es una guerra que nosotros como estudiantes no queríamos, a quien no le gustaría estar en las aulas practicando o dando clases, tranquilos estudiando… pero si ellos nos pidieron guerra, guerra les vamos a dar, vamos con todo, pase lo que pase, con las consecuencias que vengan. Es una guerra declarada contra nosotros, ellos fueron los que nos hicieron esto, tiene que haber justicia”, advirtió.
Los dos estudiantes llegaron a Tijuana desde la mañana, para continuar por una gira de una semana, en Baja California.
En el aeropuerto fueron recibidos por un grupo de personas, que cargaban pancartas en mano, que gritaban consignas contra el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.
“Quisieron enterrarnos porque éramos de campo, pero no sabían que éramos semillas”, gritaban.