lunes, agosto 27, 2007

Carta de América del Valle



A la opinión pública:


Quisiera externar mi agradecimiento a Amnistía Internacional (AI) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pues en estos tiempos donde impera la represión contra el pueblo y el estado resucita la guerra sucia, todo esfuerzo en defensa de los derechos humanos son aliento y esperanza para todos los que luchamos por la libertad y la justicia.


La visita de ambos organismos internacionales, por un lado ratifica nuestras razones y toda la denuncia que no hemos dejado de hacer para la liberación de los presos políticos, la justicia a nuestros pueblos y el castigo que merecen los represores en el gobierno. Y por otro lado, pone al descubierto la desvergüenza que tiene el Estado, al negar y minimizar la represión que existe contra los luchadores sociales.


A la propia secretaria de AI, Irene Khan, le tocó conocer “un poco” de todo el despotismo y desprecio con que son tratados nuestros pueblos a la hora de exigir justicia. Irene Khan no sólo fue testigo del descaro de Ulises Ruiz y la indiferencia de Felipe Calderón para hablar de la ausencia de derechos humanos, sino también la parda y sumisa posición de la CNDH y la SCJN. Y aun faltan muchas cosas que deben saberse, por ejemplo, que después de que echamos abajo el megaproyecto aeroportuario, en Atenco se estableció una mesa de dialogo con el gobierno estatal y federal, de Montiel y Fox, respectivamente, donde firmaron un “Acuerdo político” en el que se comprometen a congelar las ordenes de aprehensión y todo tipo de represalias contra el pueblo y nuestra organización social. Sin embargo, de manera sistemática se fueron desentendiendo de sus compromisos y responsabilidades. Desde su llegada al gobierno mexiquense, Enrique Peña Nieto, en vez del dialogo recurrió a la prepotencia y nos fuimos encontrando con la confrontación que luego se hizo acompañar por la fuerza pública y provocaciones montadas, para pretextar y acusarnos de secuestradores y violentos.


La solidaridad hacia los floristas que venían siendo reprimidos por Nazario Gutierrez, presidente perredista de Texoco en turno, y nuestra mediación como gestores el 2 de mayo (un día antes de la refriega) logró un acuerdo para que los dejasen vender sus flores, así como el retiro de la fuerza pública que sitió su lugar de trabajo. Toda esta represión sistemática, incluyendo la traición al último acuerdo, fue parte de su “Operativo Atenco”, que desde luego no prepararon de la noche a la mañana. Esta verdad incomoda para el Estado, la saben también las instituciones oficiales a las que hemos acudido para denunciar (SCJN, CNDH, FEVIN, PGR, ONU), pero de las que –en el mejor de los casos- sólo se han limitado a “documentar”, entonces ¿qué instancia le queda al pueblo, para conseguir justicia? ¿Quién va a juzgar y castigar a los represores? ¿Existe una instancia oficial que tenga el suficiente valor y moral para hacerle frente a la impunidad? En México hay más de 500 presos políticos y también persecución política.


Nuestra hermana indígena, Magdalena García Durán, no es la única presa política en el país e igual que su caso, el de los demás presos de Atenco, han sido amañados bajo la consigna vengativa de Peña Nieto y ahora Felipe Calderón, para mantenerlos presos, a pesar de que se tienen todos los elementos legales que dan prueba de su inocencia. La sentencia de 67 años y medio a mi padre Ignacio Del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo y la negación del amparo que les corresponde por derecho, se suma a la evidente y cínica consigna vengativa del gobierno. Por lo anterior y con humildad, hago un llamado a los defensores de los derechos humanos, a los abogados democráticos, a los intelectuales y artistas comprometidos con el pueblo, a los maestros y estudiantes, a los distintos esfuerzos nacionales y a todo el pueblo de México, a pronunciarse a favor de la libertad de todos los presos políticos del país, el cese a la persecución política, contra la criminalización de la lucha social y trabajar juntos en la movilización social. De nuestra lucha y resistencia, de nuestra capacidad de unión ante la embestida del enemigo común, depende que vayamos ganando en la batalla.


Desde mi refugio, impuesto desde hace más de un año por la persecución política en mi contra, con firmeza, coraje y dignidad, tengo toda la disposición para seguir luchando a su lado hasta arrancar la libertad y la justicia que nos pertenece.

América Del Valle, perseguida política del Estado mexicano.
Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra