domingo, mayo 10, 2009

Atenco, Romper el miedo


Viernes 8 de mayo de 2009, por momo

Y usted se puede preguntar:

¿Que hacen esos niños a menos, mucho menos 3 metros de distancia? Se abrazan, se besan, juegan, pelean, sueñan que vencen al malo.
¿Que hacen reunidos en la plaza principal de San Salvador Atenco cuando la Secretaría de Salud y la Presidencia dictó no asistir a lugares concurridos?

Cuando los medios de comunicación oficiales han hecho lo que suelen hacer, provocar una histeria colectiva. Ahora es la influenza, ¿mañana?

¿Que hacen bailando campesinos, jóvenes, niños, mujeres, en un tres de mayo día en que el pueblo de México se visto de rojo, cuando aún hay 12 presos políticos y la justicia no se sienta en nuestra mesa?

La respuesta se perfila simple y a la vez no: Rompen el miedo. Una y otra vez han luchado contra el miedo, ese que paraliza y no deja avanzar.

El tres y cuatro de mayo de 2006 en San Salvador Atenco se llevo a cabo una acción de tipo contrainsurgente, en el que las violaciones a las mujeres, los asesinatos, los golpes y la tortura buscaba generar un sentimiento de terror en el resto de la población.

Bajo la planificación de los mandos del operativo: El vicealmirante Wilfrido robledo, jefe de la Agencia de Seguridad del Estado Méxiquense, el general de brigada Ardelio Vargas, jefe del estado mayor de la Policía Federal Preventiva y el Director de la Agencia Federal de Investigaciones Genaro García Luna se trato de destruir y quebrantar a los sujetos por medio de la tortura y el terror.

Como menciona el periodista Carlos Fazio: “En términos políticos, la tortura es el nivel represivo, más agudo del enfrentamiento de las fuerzas sociales a través de sus representantes envueltos en una relación donde la dominación y lo inerme reflejan, en su dialéctica, conflictos ineludibles del sistema. Aparte de obtener información -aspecto no prioritario en el caso Atenco-, la finalidad de la tortura es destruir y quebrantar al sujeto. Destruir el ser-humano-concreto y el-ser-político para, por medio de la ejemplificación, aterrar a la población y a los opositores del régimen”.

De esta forma trataron de destruir al pueblo de Atenco, a La Otra campaña, y a los espectadores de la tragedia televisiva, aterrarlos. Mas aún si tomamos en cuenta que un operativo militar de control de población como el que se llevo acabo hace tres años en Atenco se materializo en las sentencias desproporcionadas a Nacho Del Valle con 112 años en prisión y 67 para Héctor Galindo y Felipe Álvarez con el claro mensaje, si te organizas, si resistes, ese es el castigo que te espera.

A tres años, los que dictan los papeles en el juego dicen: No se mueva, no salga de su casa, no bese, no respire, no salude de mano, vea futbol, le llevamos la misa hasta la pantalla, no juegue, no baile, no se pregunte por la verdad, no piense de donde proviene el miedo que siente. No salga de su casa, “nosotros estamos para cuidarlo”, promete el Máximo jefe de las Fuerzas Armadas de México Felpe Calderón y el ejercito reparte cubre bocas.

Y en Atenco, la gente sale, se organiza, llevan a cabo sus acciones, recuerdan a sus muertos, a sus presos, a sus perseguidos, recuerdan y no se atemorizan, rompen el miedo, como lo han venido haciendo desde siempre y bailan, bailan no por que sea algo que festejar sino por que el miedo hay que romperlo en colectivo, por que la risa es la mejor cura… y el baile y la solidaridad.
Allí es donde dicen los más viejos del pueblo; No nos han vencido.

¡Que suenen los cañones Panchito!