Y el video “Curadas de espanto”
Por Jonathan Pardiñas
México DF, 31 oct 07 (CIMAC).- En la Ciudad de México, el pasado lunes se reunieron de nueva cuenta una "bomba de mujeres", como ellas mismas se hacen llamar. Se juntaron por primera vez el mes de abril pasado, en un hotel de Oaxaca: 250 mujeres de 30 movimientos sociales y civiles de diez estados de la República, así como once líderes invitadas de distintos países latinoamericanos.
Se reunieron porque su situación no puede continuar. "Acusamos al Estado de alta traición, porque los impedimentos para conquistar nuestros sueños se gestan en sus incumplimientos y violación a nuestros derechos fundamentales, a las leyes nacionales y a los acuerdos y tratados internacionales", dice la parte de la declaración final de su Encuentro, llamado Mujeres en Resistencia, organizado por el espacio feminista y el Colectivo Huaxyacac.
No fue sencillo y tienen presentes los obstáculos a los que se enfrentaron: "estigmatización del feminismo, inadaptabilidad de hombres a aceptar el rol activo de mujeres, falta de apoyo y visión de género en los partidos y en los gobiernos municipales, discriminación social, racismo, migración y falta de autonomía".
Pero lo lograron y ahora en la Comisión de derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) presentan las memorias de esa reunión, del Encuentro Mujeres en Resistencia, e ilustran con el video Curadas de Espanto, porque así dicen estar, listas para lo que viene pero sin miedo. Después del video, sus voces son escuchadas de nuevo:
Trini, Trinidad Ramírez, luchadora social y esposa de Ignacio del Valle Miranda, líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, quien está preso y enfrenta una condena de 67 años, saca de la memoria su experiencia.
Él fue detenido por la Policía Federal Preventiva en la incursión que hicieron en Atenco, con el argumento de desalojar una autopista que estaba siendo bloqueada por los que se manifestaban en contra de la construcción de un aeropuerto en esa comunidad.
Estábamos buscando el diálogo con el gobierno, resistiendo, dice. Llegué a casa de un familiar en donde nos resguardábamos, ya no podíamos estar en casa. Pero ya se oían las detonaciones. Ya entraron, ya están matando a la gente, ya se están ahogando con el gas lacrimógeno. Vi a mi hijo, lo abracé y le pedí que se quedara y me dijo "no te preocupes, madre, nunca me voy a separar de ti".
Fueron minutos, segundos en que pierdes la noción del tiempo. De pronto escuché un murmullo que cada vez se hacía más grande. Cuando menos sentí, los vidrios estaban cayendo sobre mi cabeza. Era la fuerza pública y gritaban: "mátenlos a todos, a eso venimos, esto ya se acabó". Estaba en la casa toda mi familia, los golpeaban, les gritaban y amenazaban de muerte.
Escuché el grito de la madre de mis tres sobrinos: "no se lleven a César (hijo de Trinidad), no le peguen". Estaba paralizada, tirada en el baño. Tuve el impulso de salir, pero tuve que ahogar mi grito, atragantarme con un suéter, porque se me hubiesen visto, si hubiesen abierto esa puerta, hubiera entregado a mucha gente, mucha familia.
Este relato es escuchado con atención, en la presentación de las Memorias del encuentro de Mujeres en Resistencia, dedicada a Soledad Jarquín, corresponsal de Cimacnoticias quien ganó el Premio Nacional de Periodismo por el caso de las mujeres violadas en Castaños, Coahuila, en julio de 2006.
Trini cuenta su relato y confiesa que lo vuelve a vivir, mientras las y los asistentes lo viven y sienten por primera vez, directamente de las reminiscencias de esta mujer, que por obligación está ahora contando su experiencia.
"No es que queramos estar aquí, las circunstancias nos han obligado", dice un poco enojada Trini. Lo dice porque recuerda la sentencia de 67 años en contra de su pareja, Ignacio del Valle, lo dice por el exilio obligado de su hija, América del Valle, y lo dice por su hijo César del Valle, preso político, preso de conciencia.
Los militares que se adueñaron de los cuerpos de mujeres en Castaños, Coahuila, la represión en Oaxaca, la violación de mujeres en Atenco por elementos de la Policía Federal Preventiva, el caso de Zongolica y el presunto asesinato de Ernestina Ascencio, el "fraude electoral", la Otra Campaña y la despenalización del aborto en el DF. Todos, elementos suficientes para alzar la voz y para decir "que su paciencia se acabó".
07/JP/GG/CV
Por Jonathan Pardiñas
México DF, 31 oct 07 (CIMAC).- En la Ciudad de México, el pasado lunes se reunieron de nueva cuenta una "bomba de mujeres", como ellas mismas se hacen llamar. Se juntaron por primera vez el mes de abril pasado, en un hotel de Oaxaca: 250 mujeres de 30 movimientos sociales y civiles de diez estados de la República, así como once líderes invitadas de distintos países latinoamericanos.
Se reunieron porque su situación no puede continuar. "Acusamos al Estado de alta traición, porque los impedimentos para conquistar nuestros sueños se gestan en sus incumplimientos y violación a nuestros derechos fundamentales, a las leyes nacionales y a los acuerdos y tratados internacionales", dice la parte de la declaración final de su Encuentro, llamado Mujeres en Resistencia, organizado por el espacio feminista y el Colectivo Huaxyacac.
No fue sencillo y tienen presentes los obstáculos a los que se enfrentaron: "estigmatización del feminismo, inadaptabilidad de hombres a aceptar el rol activo de mujeres, falta de apoyo y visión de género en los partidos y en los gobiernos municipales, discriminación social, racismo, migración y falta de autonomía".
Pero lo lograron y ahora en la Comisión de derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) presentan las memorias de esa reunión, del Encuentro Mujeres en Resistencia, e ilustran con el video Curadas de Espanto, porque así dicen estar, listas para lo que viene pero sin miedo. Después del video, sus voces son escuchadas de nuevo:
Trini, Trinidad Ramírez, luchadora social y esposa de Ignacio del Valle Miranda, líder del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, quien está preso y enfrenta una condena de 67 años, saca de la memoria su experiencia.
Él fue detenido por la Policía Federal Preventiva en la incursión que hicieron en Atenco, con el argumento de desalojar una autopista que estaba siendo bloqueada por los que se manifestaban en contra de la construcción de un aeropuerto en esa comunidad.
Estábamos buscando el diálogo con el gobierno, resistiendo, dice. Llegué a casa de un familiar en donde nos resguardábamos, ya no podíamos estar en casa. Pero ya se oían las detonaciones. Ya entraron, ya están matando a la gente, ya se están ahogando con el gas lacrimógeno. Vi a mi hijo, lo abracé y le pedí que se quedara y me dijo "no te preocupes, madre, nunca me voy a separar de ti".
Fueron minutos, segundos en que pierdes la noción del tiempo. De pronto escuché un murmullo que cada vez se hacía más grande. Cuando menos sentí, los vidrios estaban cayendo sobre mi cabeza. Era la fuerza pública y gritaban: "mátenlos a todos, a eso venimos, esto ya se acabó". Estaba en la casa toda mi familia, los golpeaban, les gritaban y amenazaban de muerte.
Escuché el grito de la madre de mis tres sobrinos: "no se lleven a César (hijo de Trinidad), no le peguen". Estaba paralizada, tirada en el baño. Tuve el impulso de salir, pero tuve que ahogar mi grito, atragantarme con un suéter, porque se me hubiesen visto, si hubiesen abierto esa puerta, hubiera entregado a mucha gente, mucha familia.
Este relato es escuchado con atención, en la presentación de las Memorias del encuentro de Mujeres en Resistencia, dedicada a Soledad Jarquín, corresponsal de Cimacnoticias quien ganó el Premio Nacional de Periodismo por el caso de las mujeres violadas en Castaños, Coahuila, en julio de 2006.
Trini cuenta su relato y confiesa que lo vuelve a vivir, mientras las y los asistentes lo viven y sienten por primera vez, directamente de las reminiscencias de esta mujer, que por obligación está ahora contando su experiencia.
"No es que queramos estar aquí, las circunstancias nos han obligado", dice un poco enojada Trini. Lo dice porque recuerda la sentencia de 67 años en contra de su pareja, Ignacio del Valle, lo dice por el exilio obligado de su hija, América del Valle, y lo dice por su hijo César del Valle, preso político, preso de conciencia.
Los militares que se adueñaron de los cuerpos de mujeres en Castaños, Coahuila, la represión en Oaxaca, la violación de mujeres en Atenco por elementos de la Policía Federal Preventiva, el caso de Zongolica y el presunto asesinato de Ernestina Ascencio, el "fraude electoral", la Otra Campaña y la despenalización del aborto en el DF. Todos, elementos suficientes para alzar la voz y para decir "que su paciencia se acabó".
07/JP/GG/CV