domingo, marzo 22, 2015

Canadá no olvida a los estudiantes de Ayotzinapa

Tania Hernández Cervantes*

A
yotzinapa no se olvida, ni dentro ni fuera de México. A más de cinco meses, la indignación mundial y la necesidad de entender por qué estos casos ocurren en México se hace patente. Así lo demuestra el hecho de que la Universidad de York, de la ciudad de Toronto, Canadá, por conducto del Centro de Investigaciones sobre Latinoamérica y el Caribe (Cerlac), organizó el pasado 18 de marzo una jornada titulada Educación y movilización en el México en pugna: situando Ayotzinapa.
En ese contexto se hizo un memorial en honor a los estudiantes normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, seguido de un panel al que fueron invitados periodistas y académicos de México, Canadá y Reino Unido. Los panelistas ofrecieron a la sociedad canadiense una perspectiva histórica, política, económica y social que explica el contexto de impunidad y violencia en México. Además de la Universidad de York, estuvieron involucrados en el acto Amnistía Internacional y la Unión Canadiense de Trabajadores de la Educación (sección 3902).
Con esta acción, Cerlac y la Universidad de York se unen a las movilizaciones internacionales contra los crímenes de Estado y la violencia en México.
Frente a un lleno absoluto del auditorio donde se efectuó el acto y una audiencia muy heterogénea, integrada por estudiantes y profesores de diversas universidades de Toronto, activistas, artistas locales y medios de comunicación, la directora de Cerlac, Carlota McCallister, expresó que este es un esfuerzo por contribuir al entendimeinto de las causas que han dado lugar a dos décadas de violencia en México, donde ahora el Estado se vuelve contra sus jóvenes y estudiantes, tal como ocurrió con los alumnos normalistas. De igual manera que en muchas otras regiones del mundo, desde Canadá queremos contribuir a que este tipo de hechos no ocurran en México, dijo McAllister.
¿Por qué México preocupa a la sociedad canadiense? La respuesta que viene de inmediato es porque somos socios comerciales en el TLC de América del Norte. Pero los vínculos comerciales no necesariamente crean por sí mismos vínculos humanitarios. Todo lo contrario, en muchos casos esos acuerdos obstruyen el alcance del bienestar –o bien, lo deterioran–, al grado de que los ciudadanos quedan en calidad de prisioneros de quienes manipulan las relaciones económicas bajo el término libre mercado. Y esto ha sido cierto especialmente para los sectores de la población más desprotegidos y vulnerables de los tres países del TLCAN (Estados Unidos, Canadá y México).
El deterioro de los derechos laborales, aumento del costo y privatización de la educación es el común denominador en estos tres países, cuyos gobiernos someten libertades y derechos politicos y económicos de la población a merced de las fuerzas del mercado, cuyos ganadores tienen rostro y nombre: las grandes corporaciones. No es casualidad que el derecho a educación accessible y más y mejores condiciones labores hayan sido reclamos del movimiento Ocupa Wall Street en Estados Unidos durante 2011 y 2012. Lo mismo en la huelga estudiantil en Québec, Canadá, en 2012 y en la reciente huelga de los profesores por contrato y asistentes de enseñanza de la Universidad de Toronto y la Universidad de York, donde luchan por obtener seguridad laboral. El columnista del diario canadiense Toronto Star, Ricardo Salutin, tiene razón cuando en alusión al evento organizado por Cerlac escribió: “No se necesita ser un experto para encontrar cosas comunes en lugares lejanos (…) Nosotros –canadienses– y los mexicanos somos compañeros de celda bajo el TLCAN”. Quizá eso explica por qué las jornadas organizadas por Cerlac recibieron tan buena cobertura en los medios canadienses, como la cadena de comunicación CBC; el diario de mayor circulación regional, Toronto Star, y la radio en español.
El tiempo pasa. El gobierno mexicano apuesta al olvido de los hechos de Ayotzinapa. Aún no hay resultados claros en la investigación sobre la desaparición de los 43 normalistas. Sin embargo, el interés internacional sobre estos acontecimientos no pasará. Sigue indignando, conmoviendo y movilizando civiles en todo el orbe. Es una ola que no se detendrá porque toca nuestra humanidad, más allá de fronteras y nacionalidades.
*Estudiante de posgrado de la Universidad de York e investigadora asociada del Centro de Investigaciones sobre Latinoamérica y el Caribe de la misma universidad