Luis Hernández Navarro
E
l fantasma de Lady Macbeth se le apersonó a Enrique Peña Nieto. Desde hace cuatro meses, el asesinato extrajudicial y la desaparición forzada de 43 normalistas rurales de Ayotzinapa lo persigue adonde quiera que va. Y también hasta donde no llega. En Davos, Suiza, en plena clausura de la fiesta anual de los amos del universo, a varios grados bajo cero de temperatura, una multitud que tomó las calles nevadas lo responsabilizó del atentado contra los jóvenes.
Como sucedió a Lady Macbeth con Duncan, ante los ojos de muchos ciudadanos la institución presidencial se manchó de sangre con la tragedia de Iguala. Sobre su mandato cayó la sombra de la sospecha. Formalmente favorecido por los beneficios del sueño, Peña Nieto ejecuta desde entonces actos que corresponden a la vela. El hedor que no desinfectan todas las esencias de Arabia envuelve su destino. La mancha no se limpia y la sombra no desaparece.
Engrandecido al comienzo de su sexenio por obra y gracia de las relaciones públicas de sus operadores, encumbrado por los medios de comunicación internacionales que hoy lo abandonan, el Presidente siguió al pie de la letra los consejos de la aparición a Macbeth:
Sé de corazón de león; ten arrogancia y no te cuides de lo que proteste, te agite o conspire contra ti. Macbeth no será nunca vencido hasta que el gran bosque de Birnam suba marchando...
Hoy, sin embargo, observa preocupado cómo el gran bosque de Birnam, con los padres de familia de los muchachos desaparecidos al frente, camina hacia la residencia presidencial. La tragedia de Macbeth llegó a Los Pinos.
Para tratar de frenar esta marcha del bosque, el gobierno federal quiere cerrar el caso como sea. Está obsesionado con dar carpetazo a como dé lugar. El pasado 4 de diciembre, en su primera visita a Guerrero desde la tragedia, el mandatario llamó a
superar el dolorque dejó el caso Ayotzinapa y a
ir hacia adelante. Desde entonces, una y otra vez, se ha intentado que el asunto se olvide. Sin embargo, todo ha sido en vano. La indignación ante tragedia sigue vigente.
La orden de olvidar no ha sido acatada por una razón muy sencilla: a pesar de los cuatro meses transcurridos, los 43 estudiantes no aparecen. El gobierno ha sido incapaz de encontrarlos. Tampoco ha podido elaborar un relato verosímil y coherente de lo sucedido el pasado 26 y 27 de septiembre en Iguala.
Los familiares de los estudiantes desaparecidos no creen en la versión gubernamental de que sus hijos y parientes fueron asesinados por la banda de Guerreros Unidos y sus restos incinerados en un basurero de Cocula. Después de escuchar la explicación oficial de los hechos en la reunión que tuvieron el pasado 13 de enero, los padres dijeron al procurador Jesús Murillo Karam, al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y a otros funcionarios:
No es cierto,
ustedes los tienen,
ya dejen de engañarnos.
Destacados científicos y defensores de derechos humanos han documentado multitud de inconsistencias en la narrativa oficial. El 21 de enero, varios académicos criticaron la pretensión de Murillo Karam de dar por muertos a los 43, y emitir conclusiones sin aportar pruebas científicas.
Según Amnistía Internacional, las indagatorias de la Procuraduría General de la República (PGR) han sido
limitadas e insuficientes. Los supuestos delincuentes cuyas declaraciones sustentan el relato oficial denunciaron que fueron torturados. Por ello Amnistía demandó abrir nuevas líneas de investigación, incluyendo la probable participación del Ejército en los hechos violentos. Hay –señaló– muchos testimonios que señalan que militares estuvieron en el lugar de la agresión y hostigaron y detuvieron a varios estudiantes. Además –advirtió– ya no se está abordando el caso como un asunto de desaparición forzada, sino como secuestro y homicidio, con lo que se desdibuja la responsabilidad del Estado en el crimen.
Pero, en lugar de responder a señalamientos como el de los padres, los científicos y Amnistía Internacional, las autoridades han procurado enfrentar al equipo de abogados con los padres, aislar a los familiares y presentarlos ante la opinión pública como personas ignorantes manipuladas por fuerzas políticas radicales. Jugando sucio, divulgaron los resultados sobre los análisis de los restos realizados en la Universidad de Innsbruck sin informar primero a los padres, violando el acuerdo firmado por el presidente Enrique Peña Nieto el pasado 29 de octubre.
El resultado de esta política gubernamental ha sido desastroso. Según Abel Barrera, director del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan,
se perdió la posibilidad de interlocución cercana, confiable.
Ante esta cerrazón de los canales de diálogo nacionales, los padres apuestan hoy a la internacionalización del conflicto. Además de las giras solidarias en puerta hacia Estados Unidos, las próximas estaciones de paso en esta ruta son el arranque del grupo interdisciplinario de cooperación técnica de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la visita de una comisión de familiares al Comité contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas en Ginebra.
El grupo de la CIDH tiene como atribuciones la elaboración de planes de búsqueda en vida de las personas desaparecidas; el análisis técnico de las líneas de investigación para determinar responsabilidades penales, y el análisis técnico del plan de atención integral a las víctimas de los hechos, a fin de asegurar que se brinde la atención y reparación integral necesaria.
En palabras de Felipe de la Cruz, representante de los familiares:
Vamos a Ginebra a buscar justicia, la vamos a buscar en todas partes del mundo, para que este crimen de Estado no quede impune. Allí se buscará que el comité
realice un fuerte pronunciamiento para condenar la desaparición forzada de los 43 estudiantes.
El fantasma de Macbeth se mudó a Los Pinos para quedarse. Permancecerá allí mientras no haya justicia, verdad y reparación del daño para las víctimas del atentado de Iguala.