Sin duda alguna, los presos políticos que nos encontramos en el penal del Molino de las Flores, en Texcoco, estado de México, nos congratulamos por la libertad de nuestras hermanas indígenas Teresa y Alberta.
Consideramos que el acto realizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) fue simple y sencillamente devolverles un valor que les pertenecía, como es su libertad, pues ni reparando el daño que se les causó significa que se les haya hecho justicia; sólo se les hará justicia siempre y cuando se castigue a los responsables de que permanecieran presas cuatro años injustamente.
Ahora bien, si la SCJN quiere dejar un precedente histórico en el tema de impartición de justicia, la cual debe ser pronta y expedita, en estos momentos tiene la oportunidad y la obligación jurídica y moral de devolvernos un valor tan sublime y hermoso como es nuestra libertad.
Es importante recordar que si de verdad la SCJN es autónoma e imparcial en sus decisiones, debe demostrarlo con hechos para no permitir que ningún poder ni ningún gobernador trate de manipular su función, porque si es así estará politizando la justicia para defender intereses de partidos políticos o de terceros.
Será imperdonable si la SCJN no endereza el camino de la verdad, pero si actúa conforme a la verdad habrá recobrado su credibilidad, pues no queremos que nuestro caso sea como otros, que mediante simples llamadas de atención o recomendaciones han permitido que los responsables sigan impunes.
Por esto exigimos a la SCJN nos devuelva nuestra absoluta e inmediata libertad, pues el 3 de mayo cumplimos mil 460 días, que equivalen a 35 mil 40 horas de permanecer presos injustamente.
Los presos políticos del caso Atenco. Inés Rodolfo Cuéllar Rivera, Juan Carlos Estrada Cruces, Óscar Hernández Pacheco, Julio César Espinoza Ramos, Eduardo Morales Reyes, Narciso Arellano Hernández, Alejandro Pilón Zacate, Jorge A. Ordóñez Romero, Román A. Ordóñez Romero
