La noche del 26 de septiembre reveló qué tanto recordamos la violencia del Estado mexicano. Los crímenes de la guerra sucia, Aguas Blancas, Acteal, Atenco, San Fernando, los feminicidios, los desaparecidos, los niños de la ABC, los detenidos del 1º de diciembre, Tlataya, Tanhuato, los asesinatos de periodistas y activistas, Nochixtlán, los presos políticos, la travesía de muerte de los migrantes y las fosas clandestinas son agravios del Estado mexicano acumulados como las ruinas que observara aquel ángel arrebatado por esa tormenta llamada progreso (Walter Benjamin).
El ataque en Iguala, masivo e indiscriminado, desenmascaró las complicidades entre narco, fuerza pública y clase política local y federal. A pesar de los cambios de gabinete, los crímenes siguen impunes y las familias destrozadas. Ayotzinapa es un faro que ilumina presente y pasado, terrorismo de Estado y resistencia, desaparición forzada política y desaparición forzada masiva por tráfico de drogas, corrupción e impunidad. Pero hay otro gran faro, miles de ojos que observan y demandan verdad y justicia para estos crímenes.
Omar García, Grupo de Búsqueda de Fosas Clandestinas Los Otros Desaparecidos, Familiares en Búsqueda María Herrera, Justice For Ayotzinapa Grand Rapids, Colectivo de Mujeres Luchadoras PA, YoSoy132 NY, Ayotzinapa NY, Guadalupe Ortega, Claudia Reyes Unamuno, Atiana Huberman y Aurelia Gómez Unamuno de Haverford College, Jorge Gálvez, Museo de la Casa Indimila