miércoles, septiembre 06, 2006
Testimonio: Atenco, Negro Amanecer
Arturo Álvaro Flores
Esa tarde de Miércoles; la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, había estado recibiendo desde pasado el mediodía el arribo de contingentes estudiantiles pertenecientes a distintos planteles universitarios que acudieron para ver y escuchar al Subcomandante Marcos, autodenominado Delegado Zero, en el que sería el último mitin de su recorrido por varios días en la capital de la República como parte de "La Otra Campaña", el periplo que el líder rebelde realiza desde principios del año por diversas entidades del país.
Junto a los grupos de jóvenes universitarios llegaron a la explanada de ése emblemático sitio, escenario de la matanza estudiantil del 68, vendedores de artículos promocionales del EZLN, además de pequeños grupos de trabajadores del IMSS, telefonistas y militantes de organizaciones de izquierda no partidista. Reinaba un ambiente de entusiasmo amenizado por grupos musicales y trovadores que interpretaban piezas de protestas que frecuentemente eran acompañadas por alguna que otra "Goya universidad" o el grito de consignas revolucionarias y de rebeldía.
Apenas rebasadas las 16:00 horas; la caravana de tres vehículos que los últimos días había transportado al insurgente zapatista arribó por un costado del templete instalado frente a la entrada principal del conjunto habitacional.. Con él arribaron integrantes del Frente Popular Francisco Villa Independiente y América Del Valle, la hija de Ignacio Del Valle, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, es decir los "macheteros" de San Salvador Atenco, los mismos que hace cinco años lograron impedir la construcción del que sería el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en terrenos ejidales de ése poblado. Tras una ronda de más de cinco oradores, el moderador hizo la presentación del encapuchado, quien al tomar el micrófono a su vez presentó a Del Valle y le cedió el uso de la palabra.
Con voz que denotaba rabia e indignación, la mujer informó a la audiencia que su padre y un grupo de seguidores acababan de ser detenidos tras resistir por unas horas el embate de la policía estatal mexiquense, a la que en varias etapas habían hecho retroceder mediante un violento enfrentamiento que había arrojado, como saldo preliminar, la detención de varios elementos policíacos que mantenían en poder de los atenquenses, algunos sumamente heridos, así como el deceso de un adolescente herido de bala. América Del Valle anunció en ése momento que las reacciones por estos hechos, a los que calificaban como "una nueva agresión" de los gobiernos federal y estatal al pueblo de Atenco, serían impredecibles pues estaba dispuestos a llegar "a lo que fuera". Lo que siguió fue el exhorto del Subcomandante Marcos a apoyar decididamente a los integrantes de ése movimiento y su anunció de la "alerta roja" en los territorios zapatistas de Chiapas, además de la puesta en marcha de su relevo en el mando político y militar al interior del EZLN por lo que a su persona pudiera ocurrirle en lo sucesivo ante el escenario presente; "los zapatistas somos Atenco" sentenció el jefe guerrillero quien llamó a los presentes a una movilización emergente, a organizarse para cerrar vialidades, a emprender acciones escalonadas de protesta y a que al día siguiente se llevara a cabo una marcha que partiera desde Santa Martha Acatitla hasta el pueblo de Atenco.
La convocatoria prendió en el ánimo de los centenares de jóvenes allí reunidos, quienes siguiendo las instrucciones de América Del Valle improvisaron varias peque?as asambleas estudiantiles para preparar sus acciones inmediatas; algunos contingentes decidieron marchar hacía la Secretaría de Gobernación, otros viajar a "La Casa de Morelos" en el municipio de Ecatepec, Estado de México y otros más hacia la Universidad Autónoma Chapingo. Las deliberaciones al interior de las brigadas estudiantiles denotaban la disposición a la acción urgente para tratar de evitar lo que se consideraba una inminente represión sobre los habitantes de aquel poblado y no faltaron quienes aseveraron "esto fue una provocación del gobierno de Fox para cobrarse su fracaso en el proyecto del Aeropuerto". Tras casi media hora de discusión pequeños grupos se desplazaron hacia los sitios acordados: Gobernación, Ecatepec y la Autónoma Chapingo.Para viajar a estos dos últimos los estudiantes se dieron a la tarea de abordar algunos autobuses de transporte urbano, negociar con los choferes el pago de una iguala por transportarlos y pedir disculpas al pasaje por la irrupción, todo indica que en muchos de los casos el plan les dio resultado.
Al anochecer en la UACH ya se encontraban congregados alumnos de Ciencias Políticas y Filosofía de la UNAM, de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, del Politécnico, de los CCH Azcapotzalco, Sur y Oriente; así como de la propia Autónoma Chapingo, en cuyo auditorio central se desarrolló una nueva asamblea estudiantil y se nombraron ex profeso delegados de las escuelas presentes con el fin de conducir la reunión. Entre los asambleístas, algunos cuyas edades no rebasaban los 25 años se hacía evidente un clima de politización y de consenso por apoyar a los atenquenses, que se incrementó al presenciar en televisión las declaraciones del Gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, quien anunciaba que su gobierno no dialogaría con los rebeldes y que se aplicaría la fuerza de la ley.
Se nombraron comisiones, algunas se trasladaron de inmediato de regreso al Distrito Federal para trabajar en Ciudad Universitaria preparando la impresión de volantes, pintas y los bloqueos de avenidas en la ciudad, otros más decidieron permanecer "atrincherados" en la UACH y el resto respondió al llamado de enviados del movimiento de los pobladores de Atenco que se hicieron presentes en el recinto universitario para pedirles que acudieran cuanto antes a dicha población a reforzar las posiciones de defensa ante lo que ya se avecinaba; el envío de numerosas fuerzas policiales, lo que parecía confirmarse por la llegada de nueva información en el sentido de que el mandatario estatal se encontraba en el pueblo de Texcoco, reunido con el responsable de la Agencia Estatal de Seguridad, Wilfredo Robledo y el secretario de Gobierno, Humberto Benítez Treviño, planeando el golpe a los alzados lo cual se hacía evidente por el agrupamiento de más de tres mil efectivos.
El traslado a Atenco se hizo en un viejo autobús que consiguieron los enviados por el Frente de Pueblos, fueron necesarios dos viajes del vehículo para trasladar a los estudiantes entre brechas y pueblos hasta uno de los accesos de la localidad en conflicto. Al arribar se encontraron con una verdadera zona de guerra, entre fogatas, olor a llantas quemadas y escombros, fueron recibidos por unos cuantos integrantes del movimiento que permanecían en guardia al frente del auditorio, en el pequeño zócalo. La mayor parte de los habitantes dormían en sus domicilios, ajenos a lo que se desarrollaba. Esa madrugada tenía un frío especial, se respiraba un ambiente de tensión, de temor y expectación, el aire parecía oler a peligro, a violencia, a un vendaval de furia y salvajismo que apenas estaba por desatarse.
De inmediato los atenquenses pidieron a los recién llegados apostarse en las barricadas instaladas en los accesos, algunas jovencitas estudiantes comenzaron a acarrear piedras para incrementar los bloqueos y a mantenerse a la expectativa junto a las fogatas alimentadas por la quema de neumáticos. En sus rostros juveniles no se desdibujaban las sonrisas, pero en las miradas había temor, se presagiaba tragedia, se sentía venir algo brutal pero la convicción de solidarizarse con la causa de los pobladores parecía imponerse en su ánimo.
Las horas transcurrieron lentas, se creía que una vez amaneciendo el peligro disminuiría y entonces recibirían a los grupos que desde la Ciudad de México ya organizaban nuevos refuerzos. Eran frecuentes la miradas consultando el reloj así como las voces de falsa alarma cada que un camión o trailer circulaba por las carreteras aledañas pues se confundían con el arribo de la policía. Apenas habían dado las 6:30 de la mañana cuando un primer petardo estalló en el cielo atenquense, inmediatamente otros dos le siguieron, entonces alguien exclamo "ya son los tres petardos? es la señal! Ya vienen?", las campanas de la iglesia repicaban con fuerza alertando a su población.
El acuerdo había sido no exponerse enfrentando a la policía sino replegarse en el casco del pueblo para resistir protegiendo a los integrantes del FPDT, pero en ése momento todo era confusión y los jóvenes se dirigieron expectantes por las calles de un pueblo que a ésa hora comenzaba a despertar. Lo que a continuación ocurrió es harto conocido; un descomunal operativo conjunto de la Policía Federal Preventiva y de la Policía Estatal aplastó la endeble resistencia de las decenas de estudiantes que querían proteger a los integrantes del movimiento de Atenco. De nada les sirvió en un primer momento intentar hacer frente con piedras, antorchas, bombas molotov y petardos, tampoco sirvió correr y tratar de escapar de los más de tres mil uniformados que con sa?a los golpeaban y gaseaban.
El objetivo de la estrategia policial estaba cumplido; se retomó el control de San Salvador Atenco, se liberó a los agentes retenidos por los pobladores y se detuvo a los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra así como a los grupos estudiantiles que los apoyaban. Con el amanecer llegó la violencia, la fuerza excesiva, el atropello y las cobardes violaciones tumultuarias a mujeres ya en poder de la policía, llegaron también helicópteros que aterrizaban en algunos solares de los domicilios y de los cuales descendían los mandos policiales, llegaron igualmente los enviados de los medios de comunicación que acompa?aron el operativo para la correspondiente cobertura informativa, que registraron algunas escenas de las brutales golpizas a los cuerpos inermes y cuyas escenas al paso de las horas desaparecieron de los contenidos noticiosos de las televisoras para hacer prevalecer la versión oficial que trataba de ocultar lo inocultable; la barbarie.
Lo siguientes minutos fueron de presenciar el desfile de personas detenidas que una vez sometidas eran arteramente golpeadas, insultadas y pateadas por los efectivos al mando de Wilfredo Robledo, era evidente que se traba de un desquite, de un coraje contenido por el ridículo que la tarde anterior les habían hecho pasar cuando se impusieron los atenquenses, sin importar si entre ellas había jóvenes indefensas, a una de ellas, estudiante del CCH Sur, que apenas un par de horas antes alguien le había cuestionado"?? tú avisaste en tu casa que no llegarías a dormir?" A lo que habría respondido "No. Espero que no hayan notado mi ausencia", ahora la pasaban los pies arrastrando entre varios "valientes" policías, con el rostro sangrante y una vez a salvo de la presencia de fotógrafos y cámaras de televisión, era pateada inmisericordemente.
Quien esto escribe, parte del contigente que resguardó durante la madrugada el acceso a San Salvador Atenco conocido como "La Pastoría", logré evadir, por un verdadero milagro, el cerco policial, siendo refugiado por familiares del adolescente que un día anterior murió al recibir un balazo de un policía estatal. Estuve a salvo de la represión y a media mañana pude salir, pasando como integrante de ésa familia, entre los retenes policíacos y llegar casi al mediodía a la Ciudad de México. En honor a la verdad sentí que despertaba de la peor de mis pesadillas.La realidad, en ocasiones arteras como ésta nos suele demostrar que puede ser peor que la más bizarra de las pesadillas. Estoy convencido de que ésta crisis es parte de un plan destinado a crear el peor de los escenarios posibles ante el despertar mayoritario de los mexicanos, es una provocación, una trampa que busca desmovilizar, atemorizar y disgregar el despertar de los de abajo, es decir de la mayoría por ello, la impunidad, el cinismo de quienes conocen la gravedad de sus acciones, también estoy seguro que Acteal es una herida que no cerrará y que hará que se aceleré la puesta en pie del México digno, rebelde y honesto que no puede permitir que esto quede sin castigo, lo que venga ahora no tendrá precedentes, será definitivo y contundente dará paso a un nuevo país.