Los de Abajo
Gloria Muñoz Ramírez
Fueron más de mil 200 días frente a la cárcel de Santiaguito, primero, y posteriormente de Molino de Flores, en el estado de México. Días y noches de sol, lluvia, frío y no pocas veces mucha soledad. Con errores y aciertos, como sus integrantes reconocen, ahí estuvieron. No se movieron a pesar del constante hostigamiento policiaco y el fuego amigo, fieles al compromiso de acompañar a los presos políticos de San Salvador Atenco. El plantón se inició con familiares y, sobre todo, con adherentes de la otra campaña, quienes construyeron frente a la prisión un espacio de encuentro y solidaridad. A veces eran decenas de activistas. Otras, apenas un puñado. Pero nunca dejaron solo el lugar.
Gloria Muñoz Ramírez
Fueron más de mil 200 días frente a la cárcel de Santiaguito, primero, y posteriormente de Molino de Flores, en el estado de México. Días y noches de sol, lluvia, frío y no pocas veces mucha soledad. Con errores y aciertos, como sus integrantes reconocen, ahí estuvieron. No se movieron a pesar del constante hostigamiento policiaco y el fuego amigo, fieles al compromiso de acompañar a los presos políticos de San Salvador Atenco. El plantón se inició con familiares y, sobre todo, con adherentes de la otra campaña, quienes construyeron frente a la prisión un espacio de encuentro y solidaridad. A veces eran decenas de activistas. Otras, apenas un puñado. Pero nunca dejaron solo el lugar.
Inmediatamente después de la represión institucional contra los floricultores de Texcoco, campesinos de San Salvador Atenco e integrantes de la otra campaña, efectuada los días 3 y 4 de mayo de 2006, se produjo una movilización espontánea que derivó en plantones permanentes frente a las diferentes cárceles a las que fueron trasladados los detenidos. Después de tres años, tres meses y 25 días, el plantón de Molino de Flores será levantado.
Actualmente hay nueve presos políticos en la cárcel de Molino de Flores. Son inocentes (la mayoría ni siquiera son activistas o militantes) y, junto a los tres luchadores sociales recluidos en la cárcel de alta seguridad del Altiplano, entre los que se encuentra Ignacio del Valle, todos son víctimas de una de las más violentas represiones a las que ha sido sometido un movimiento. Desde mayo de 2006 la otra campaña asumió el compromiso del acompañamiento político exigiendo su libertad y, al mismo tiempo y en la medida de sus posibilidades, ofreciendo apoyo económico, material de trabajo, productos de primera necesidad (como tarjetas telefónicas) y apoyo jurídico a través del Colectivo de Abogados Zapatistas. Todo esto como parte no sólo de la lucha por su liberación, sino “de una lucha más grande y ardua como es cambiar nuestra realidad, transformar nuestras vidas y construir un mundo que sea nuestro”.
La decisión de levantar el plantón, explican sus integrantes, se debe “a una serie de desencuentros y diferencias ocurridos desde el mes de abril de este año entre el plantón y los presos”. Resultaba insostenible su permanencia si no existía una relación política entre los activistas y los presos por los que luchan, siendo responsabilidad de todos no haberla logrado.
El plantón llega a su fin, no la lucha por la libertad de todos los presos políticos del país. Sin duda se abrirán nuevas propuestas y se fortalecerán los espacios y redes existentes dentro de la otra campaña, pues hay mucho trabajo por hacer. El plantón de Molino de Flores, por lo pronto, cumplió.