lunes, diciembre 14, 2009

La música, detonante del clamor por libertad y justicia en Atenco

* El ska-fusión de Los de Abajo y Panteón Rococó, cumbia, son y reggae sacudieron el lugar

* Actrices, miembros de ONG y pobladores exigieron la excarcelación de quienes sólo han tratado de defender sus tierras

* Hoy concluye una etapa; la lucha sigue, el mensaje de Ofelia Medina


Carmen Huete, Trinidad Ramírez y Roco-Foto Jesús Villaseca

Juan José Olivares

San Salvador Atenco, México, 13 de diciembre. El ska-fusión de Los de Abajo y Panteón Rococó, así como el reggae, son, cumbia, hip hop y trova de diversos grupos, aunado al entusiasmo de varias actrices (a quienes no les importa que los rayos del sol dañen la piel de su rostro), fueron la dinamita que explotó en el centro energético de un pueblo luchador, con orígenes prehispánicos: San Salvador Atenco, que exigió justicia y libertad, que reclamó el respeto a los derechos de 12 presos políticos recluidos por “defender sus tierras”.

El festejo fue la muestra de que los mexicanos no se cansan de divertirse aun en situaciones de acoso e injusticia. Los creadores del rock steady y el reggae, que hicieron posible el ska, nunca imaginaron que este ritmo se convertiría en himno libertario. Y esa esencia se respiró en este pueblo de orígenes chichimecas y toltecas. La energía se desencadenó por el ruido de los metales, percusiones, baterías, bajo, guitarras y cajas de ritmos que acompañaron a los músicos presentes, siempre solidarios con lo justo.

El festín devino mitin sonoro, acto político de información, que solidarios grupos de rock, son, hip hop, trova y reggae, entre otros géneros, brindaron para levantar el puño y la voz para gritar: “libertad, libertad, a los presos por luchar”.

Exigieron la excarcelación de quienes defendieron su tierra ante las atrocidades del gobierno, iniciadas los pasados 3 y 4 de mayo de 2006 (días de la represión policial). Fue el cerrojazo de la gira nacional denominada 12 estados/12 presos políticos, enmarcada en la Campaña Nacional e Internacional Libertad y Justicia para Atenco, para continuar “con la siguiente fase definitoria por la libertad de los 12 presos y dos perseguidos” de este pueblo, ejemplo de la lucha social.

La festividad comenzó en la mañana. Ante la adversidad, hay que reír, bailar, gozar, dijo una de las abuelas que servían el alimento que daba fortaleza a las piernas para poder brincar y saltar, que proporcionaba energía para el clamor libertario. Ofrecían arroz, chicharrón en salsa verde y frijoles de la olla. Se adquirían con cooperación voluntaria. También estaba el localito de las chelas, con las que se mitigaba el calor. Desde temprano brotaron la energía y buena voluntad de los atenquenses y atenquistas (aquellos que se solidarizan con la lucha de este pueblo), quienes disfrutaron de buenas rolas, comida, artículos como camisetas, discos, libros, artesanías y comida, para celebrar que “aún podemos estar unidos para exigir a los juzgadores” que están a tiempo de revertir una decisión injusta del gobierno.

El acto fue también para decir que los “presos políticos” no están solos, que “hay 300 organizaciones, colectivos, ONG, asociaciones y artistas que saben “que los juzgadores pueden ser los depredadores de la justicia, y que la sangre de los abuelos no se vende”, expresó Trinidad del Valle, esposa de Ignacio del Valle, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, que junto con el Comité Libertad y Justicia para Atenco, Jóvenes en Resistencia Alternativa, Mujeres sin Miedo y Servicios y Asesoría por la Paz organizó el acto.

Se hizo teatro (supervisado por el dramaturgo y luchador social Humberto Robles, así como por las integrantes de la organización Mujeres Sin Miedo, como Carmen Huete, Francesca Guillén, Claudia Santiago, Paola Medina, Mercedes Hernández y Jana Raluy, entre otras).

La siempre combativa Ofelia Medina no pudo llegar, pero mandó un mensaje por teléfono en el que decía que hoy “sólo concluye una etapa. La lucha sigue”.

El convite lo iniciaron Guerica y Pacharama. Siguieron La Resistencia y La Barricada. Gente de todas las edades movió el cuerpo a las tonadas dub y ska. Los rayos del sol caían como golpe de macana de granadero. Pero no importaba: la resistencia es parte de esta gente. La alegría de celebrar la unión y solidaridad fue más fuerte. Más aún por la genética de fortaleza precolombina que corre por sus cuerpos.

Cien Pies se encargó de dar unas dosis de ska, detonador de brincos. Los primeros slams se daban bajo los fulminantes rayos de sol. Moyenei, rapera de Chile, daba sus primeros acordes raggamufin para recordarles que ella vivió por sus padres también una injusticia gubernamental, “raro” en pueblos de Latinoamérica. Rapeaba con los brazos en alto. La acompañó en una sesión jam de MC’s, Roco, de Maldita Vecindad, quien vino con su proyecto Cyberpachukote Sound System para hacer un rap social. Roco fue reconocido con el machete y el paliacate rojo, distinción que se otorga a la gente que lucha a la par de este pueblo.

Roco, a su vez, invitó a MC Loco, rapeador de Zumpango, Hidalgo, que debería escuchar gente de Cypress Hill o Public Enemy. Nomás “para toda la pandilla machín”.

También se escucharon los sones, con aquellos “que dominan palabra” antes de que existieran los MC’s.

Símbolos de la lucha

Entre las presentaciones de las bandas se leyeron textos libertarios. Sin embargo, el acto político tuvo su clímax cuando Mario, de siete años, y quien apenas podía levantar el machete (“símbolo de la defensa de la tierra; el paliacate rojo es para limpiar el sudor del campesino y las lágrimas por los presos políticos”), gritó: “No somos uno, no somos cien; pinche gobierno, cuéntanos bien”. El pequeño es nieto de Felipe Álvarez, preso político de San Salvador Atenco, quien purga una condena en el penal de El Altiplano.

Y siguió el carnaval con Cayo Vicente y su prosa de lucha. Radio Son daba sus dosis de son y cumbia. Los Guanábana recordaban al Babilón con su reggae sabroso. Pero la gente esperaba los energéticos tamborazos de Los de Abajo y el Panteón, esas bandas que no se cansan de mentarle la madre a los malos gobiernos, en Atenco, Canadá o donde sea.