lunes, julio 24, 2006

Venta de Arte por Atenco

Todo lo que jamás
ha sido sancionado
está verdaderamente permitido

Guy Debrod


En la foto: Sandra Peredo, Ofelia Medina, Beatriz Zalce, Francesca Guillén y Begoña Lecumberri

Uno de los principales procesos de generación de violencia es la tolerancia de dicha conducta que revierte circularmente en un efecto de perpetuación y naturalización de las conductas violentas. Este proceso de naturalización justifica de facto, lo que de jure se prohíbe. Transforma al victimario en víctima, al delito en pena, a la denuncia en difamación y hace del silencio, la norma. Se impone, entonces, la vilencia simbólica.

Esta forma de dominación, ejercida en contubernio por las instituciones públicas y privadas, se funda en el silencio. Silencio que deriva en negación. Quien viola las normas es aquél que rompe con el silencio, que denuncia con su voz, aunque le sea negada, la violencia a que ha sido sometido. Quien perturba el orden “natural” de las cosas es quien se resiste a ese orden inmutable.

La crueldad ha sido una de las formas de violencia organizada más antigua y efectiva como instrumento de control social formal e informal. El miedo es uno de sus mejores mecanismos de manipulación y subordinación. Morirse es natural, ser muerto no lo es. Negar la muerte no la suprime, pero negar a los muertos sí los suprime. Les anula la última posibilidad de existencia, siquiera como víctimas. En consecuencia, el miedo se extiende, como amenaza, al resto de los grupos sociales.

Porque el Otro o es el opuesto al Yo, simplemente, es lo diferente; porque el Otro no es incompatible e irreconciliable, es fuente de enriquecimiento y tolerancia; porque la seguridad no es la discriminación sino la empatía; porque somos mucho más que eso, cada acción contra la impunidad es una acción por la humanidad.


Mujeres sin Miedo
Casa Frisaac

México, julio, 2006

Fotografías del sábado 22 de julio, inauguración de la Expo Venta