▲ En febrero pasado, miembros del Congreso Nacional Indígena pidieron justicia por la muerte del luchador social Samir Flores y protestaron contra el Tren Maya y la termoeléctrica de Morelos.Foto Víctor Camacho
Hermann Bellinghausen
Periódico La Jornada
Domingo 24 de mayo de 2020, p. 9
Domingo 24 de mayo de 2020, p. 9
En un documento titulado La nueva normalidad, dirigido al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, así como a los gobernadores de Oaxaca, Chiapas, Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Puebla, Morelos y Veracruz, organizaciones sociales de dichas entidades y unas 200 personas de la sociedad civil demandan que aquéllos
se abstengan de seguir promoviendo el modelo de desarrollo extractivista, de servidumbre de paso y ocupación temporal causante de la devastación ecológica y responsable estructural de generar la pandemia que hoy vivimos en el planeta.
Específicamente exigen que se cancele la construcción de infraestructura
para megaproyectos como el Canal Interoceánico y el tren mal llamado maya, pues no pueden considerarse actividades esenciales ni prioritarias. Lo mismo para
toda actividad minera en territorios de pueblos originarios: ni ésta ni la producción de autopartes son actividades esenciales.
El
enérgico llamadoa los gobiernos federal, estatales y municipales de las entidades consideradas para los megaproyectos y sus derivaciones se centra en los estados y regiones que comparten también el hecho de contar con numerosa población indígena y mayor concentración de pueblos y territorios dedicados a la agricultura y otras actividades esenciales para su sobrevivencia.
De ello se desprende un decidido rechazo a la militarización de sus territorios, sea
para resguardar al capital extractivoo para cualquier
acción represiva. Y advierten:
Bajo ninguna circunstancia la aceptaremos. En cambio, demandan respeto al derecho de los pueblos originarios, comunidades y organizaciones a la libre determinación, incluidos el derecho a estar o permanecer en aislamiento y determinar cuándo debe ser el regreso a las actividades escolares y otras.
Puesto que la salud
depende directamente de la alimentación, exigen priorizar un
programa de emergencia alimentaria para la población en condición de miseria, pobreza extrema y pobreza.
Según el documento, las autoridades deben respetar
la cultura milpera y maicera de los pueblos, propiciar
la recuperación del amaranto para la dieta diariay que se honren
las semillas y los modos agroecológicos de producción indígena y campesina en México. Esto implica
castigar la especulación y el desabasto de alimentos.
Para la protección alimentaria se pide cumplir con el derecho de los campesinos a los subsidios necesarios
para mantener la producción y distribución de excedentes. El Estado deberá garantizar el abasto de alimentos básicos
comprando a pequeños productoresy protegiendo
el piso de precios de garantía.
Según el texto, se deberán cancelar
todas las concesiones mineras que envenenan el aguay dar por terminada la extracción del vital líquido
de manantiales, pozos y ríos por empresas refresqueras, cerveceras y todas las que están privando del derecho al agua a la población.
Solicitan crear condiciones y otorgar presupuestos
para prevenir, atender y sancionar la violencia contra las mujeres, niñas, niños, adolescentes y personas de la tercera edad.
Las organizaciones firmantes exigen que se posibilite
la salud integral de los pueblos y el seguro social público, gratuito y universal, incluyendo la puesta en marcha y cumplimiento de cuidados sanitarios para
las y los trabajadores agrícolas migrantes.
Por último, instan al Estado a que distribuya los insumos al personal de salud en el sistema público sanitario
y se garanticen sus derechos laborales integrales.