Las organizaciones solidarias con las luchas de los pueblos mexicanos observan con preocupación la escalada represiva que motivan los intereses de multinacionales y grandes potencias en la zona. - Ante un escenario de preguerra en Chiapas, propiciado por la nueva ofensiva contrainsurgente contra las comunidades indígenas zapatistas, con las heridas aún abiertas y la impunidad vigente en los alarmantes casos de vulneración de los derechos humanos en Atenco y Oaxaca, el presidente de México, Felipe Calderón, llegó el 11 de junio al Estado español para reunirse con las principales multinacionales y participar en la inauguración de la Expo de Zaragoza.
Esta visita le permitirá afianzar su estrategia neoliberal de crecimiento en infraestructuras, favoreciendo la inversión privada, afirmando que estos proyectos se basan en demandas del pueblo mexicano, que libre comercio es igual a crecimiento económico, y que éste por sí mismo genera desarrollo social. Pero el pueblo mexicano ya ha experimentado que tras las mentiras del progreso se encuentran la privatización y expolio de los recursos naturales, desalojos forzosos de comunidades, en su mayoría indígenas, deterioro del medio ambiente a favor del turismo, recorte de servicios básicos, agudización de la desigualdad social y represión contra aquellos que presentan una resistencia a la imposición de estos planes económicos.
Son muchos los ejemplos de resistencia y organización de las comunidades ante estas agresiones, gestionadas por el Estado para garantizar a las multinacionales las condiciones idóneas para ver crecer sus inversiones a costa de lo que sea. Poblaciones como El Saltillo, se organizaron desde 2001, cuando la multinacional Aguas de Barcelona se apoderó del sistema hídrico de la capital de Coahuila, privatizando así el acceso al agua. La población de La Parota, en Guerrero, lucha contra el proyecto hidroeléctrico que pretende construir una represa que inundará el territorio de tres municipios, desalojando a más de 20.000 habitantes.
En Oaxaca, numerosas organizaciones civiles exigen al Gobierno la cancelación de los proyectos del Plan Puebla Panamá, como la construcción de una presa en la región del istmo, la macrocarretera Oaxaca-Tapachula o el parque eólico en La Ventosa, defendiendo siempre que la tierra no está en venta.
La excusa del narcotráfico
La población de Atenco lucha desde 2001 contra la construcción de un aeropuerto en sus tierras por la española OHL, entre otras. Como respuesta, Atenco sufrió una represión brutal en 2006 que sigue impune, con 16 personas en prisión y con procesos que incumplen las mínimas garantías jurídicas.
El Plan México, financiado por EE UU para, teóricamente, luchar contra el narcotráfico, sirve de excusa para militarizar el país hostigando las zonas más conflictivas para gobiernos y empresas: las fronteras y aquéllas donde se organiza una resistencia. Desde el 2007, la guerra de baja intensidad en Chiapas se recrudece con el fin de atacar la base social del EZLN y el corazón de la autonomía indígena: la tierra. Mientras los políticos firman acuerdos de libre comercio y se reúnen con los grandes empresarios, distintas organizaciones civiles denuncian el genocidio implementado por los Estados basados en criterios puramente económicos. La visita coincide con la quincena de solidaridad con las comunidades zapatistas, que pretende, frente al silenciamiento mediático, visibilizar la gravísima situación que se vive en Chiapas. Colectivos del mundo hacen suyo este pronunciamiento de La Otra Campaña: "Es la hora de la movilización y la organización en defensa y apoyo del EZLN. Frente a los tambores de la guerra es necesario organizar ya la respuesta desde todos los rincones".
[Publicado en Red Eco Alternativo / RECOSUR]