Enrique Pérez |
América Del Valle Activista social, ex integrante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra-Atenco
Para empezar hay que decir que el neoliberalismo en México tiene responsables, con nombres y apellidos; y los pueblos del campo y la ciudad que deciden dar pelea y se enfrentan con este poder aparentemente abstracto, pronto empiezan a aprender los nombres de los responsables del despojo, sus objetivos perversos, la red mafiosa que conforman, sus relaciones y subordinación con otros poderes, las estrategias para comprar, dividir, chantajear, amedrentar, sembrar miedo e inmovilizar a la población; y por otro lado, conforme lo van encarando, van comprendiendo sus debilidades, sus antídotos y las grietas que la fuerza y capacidad de organización pueden lograr.
“PRI, PAN, PRD, Grupo Atlacomulco, Vicente Fox, Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, Arturo Montiel, Genaro García Luna, Wilfrido Robledo, Eduardo Medina Mora, Ardelio Vargas Fosado, Nazario Gutiérrez, Higinio Martínez, Televisa, Tv Azteca..”, entre otros personeros y mafias conforman la lista de nombres que resuenan en nuestra memoria cada vez que nos remitimos a hablar de los distintos periodos y episodios que se vivieron en los últimos 20 años en Atenco y todos los pueblos de la orilla del agua que decidieron luchar y defender la tierra contra la construcción del aeropuerto sobre el Lago de Texcoco. Salvo García Luna, quien está siendo enjuiciado en Estados Unidos por el delito de trafico de drogas, todos los mencionados siguen libres e impunes “opinando” sobre el país, ocupando algún puesto de gobierno, haciendo bussines con lo robado, reciclándose en partidos políticos, paseando por el mundo -o todas las posibilidades juntas-.
En 20 años además de desterrar el mito de que nadie puede vencer a los gobiernos criminales o a los señores del dinero, hemos aprendido que la justicia se exige, se construye, se defiende y se honra en voz alta, precisamente para que se condene lo condenable y no vuelva a repetirse el agravio ejercido desde el Estado. Importante es recordar entre todos que, para echar abajo un aeropuerto de muerte, recuperar la tierra y dignificarla, Atenco y los pueblos de la región han tenido que dar una pelea ardua y firme contra las bestias neoliberales y sus estandartes desarrollistas y de “progreso”; eso ha implicado poner los muertos, los cuerpos y la vida entera para preservar la vida de las generaciones que vienen detrás. Esta pelea no ha terminado.
Si bien, el aeropuerto fue derrotado dos veces por los pueblos, y actualmente, desde el gobierno se toma la decisión de construir un Parque Ecológico en el polígono donde antes se edificaba el aeropuerto, el resto del territorio y sus habitantes siguen existiendo a su suerte, aunque con las siguientes precisiones: en el caso de Atenco y algunas comunidades de los municipios de Texcoco, Tepetlaoxtoc, Acolman, durante los últimos años y procesos de resistencia, surge la necesidad de crear un proyecto que haga frente a la urbanización salvaje y la privatización de la tierra y el agua. Manos a la Cuenca http://yoprefieroellago.org/documentos/ es el nombre del proyecto que surge desde los pueblos con una visión de largo plazo y bajo el principio de respetar y procurar la vida, pues la vida no puede pender del voluntarismo de una persona, de un sexenio, de un partido político y sus promesas de campaña. Lograr una vida digna demanda acciones colectivas con el horizonte de procurar permanentemente el lugar que se habita, y eso pasa por tomar en nuestras manos la responsabilidad de defender el territorio y la tierra, trabajándola, recuperando la soberanía alimentaria, replanteando el asfalto por áreas verdes, erradicando el individualismo que injerta el neoliberalismo, hasta volver a sembrar comunidad. Esta es la justicia que los pueblos ya trabajan y construyen. Falta mucho por hacer, muchas manos de los pueblos por involucrarse y definitivamente, falta que el Estado tome en serio la palabra de los pueblos.
Sin embargo, la construcción de la justicia es responsabilidad primordialmente del Estado, y en Atenco existe una larga lista de agravios que no terminan de sanar. La lucha tenaz que han sostenido las mujeres torturadas sexualmente durante la represión del 3 y 4 de mayo de 2006, y que tuvieron que recurrir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), después de enfrentar al sistema de injusticia mexicano, nos da aliento pero también da cuenta que el camino es largo y se precisa insistir y no renunciar a la justicia que el Estado mexicano tiene la obligación de concretar. Dejar pasar más tiempo sin cumplir la sentencia que ordenó la CIDH el pasado 28 de noviembre de 2018 https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_371_esp.pdf es perpetuar la injusticia para las mujeres y para todas y todos, es seguir reproduciendo la impunidad con la que las bestias neoliberales se amparan a la hora de cometer sus crímenes.
Durante 20 años de lucha, la memoria y consciencia de los pueblos se ha templado. La trasformación profunda precisa de justicia real. Desde las milpas y un lago que se resiste a morir se sigue escuchando: ¡Justicia, tierra, agua y libertad! ¡Zapata Vive, la lucha sigue! •