jueves, agosto 19, 2021

Simón Pedro y el aguijón de Acteal

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ifícil militar en las causas sociales del planeta Tierra y no haber oído hablar de Acteal. Incluso siendo un terrícola medianamente informado, su sola mención puede punzar el lado humano de la conciencia como un aguijón. Seguidamente se despliega todo el abanico ideológico, a veces para seguir apartando la mirada, pero la aguja sigue clavada donde se agolpan todas nuestras miserias. El aguijón de Acteal recorre el mundo porque su nombre va asociado a una matanza, la masacre de Acteal. El 22 de diciembre de 1997, una incursión paramilitar asesinó a 45 indígenas tsotsiles. Acteal, sin embargo, también es sinónimo de resistencia.

Existen guardianes de la memoria que, como abejas, siguen picando para avivar la conciencia de lo humano. Quizás por eso, durante nuestra visita a México en 2020, pudimos convivir con este pueblo de Los Altos de Chiapas. Una mañana lluviosa llegamos a la sede de la Sociedad Civil las Abejas de Acteal. Nos recibe un joven humilde y callado que se presenta como Simón Pedro. Más tarde, y no por él, descubrimos que es el presidente de la mesa directiva de la organización. Nos acompaña a dejar nuestros bártulos donde pasaremos las siguientes noches y nos muestra la comunidad. Al sugerirle un lugar simbólico para su entrevista, bajamos al cementerio donde yacen los 45 hermanos y los cuatro bebés que no habían nacido. Aquí venimos cada 22 y a los observadores que llegan les pedimos que bajen donde están enterrados los mártires (https://afly.co/6kg6). Instaladas las cámaras, Simón Pedro, con palabra pausada relata la historia de Acteal.

La comunidad comienza a organizarse en 1992, cuando, a raíz de una disputa de tierras, se encarcela a indígenas inocentes. El germen rebelde de Las Abejas se alimenta de su pertenencia al Pueblo Creyente, movimiento vinculado a la teología de la liberación y al trabajo junto a los oprimidos del obispo Samuel Ruiz. La organización asume la defensa del territorio tras el descubrimiento por Pemex de yacimientos petroleros en la zona. La historia, siempre viva y doliente, pare a sus insurgencias. En 94 fue el levantamiento armado de nuestros hermanos zapatistas; no lo hicieron por gusto, sino por defender la madre tierra y el derecho, porque ese año ya estaba muy dura la situación. Nosotros somos pacifistas, tenemos una lucha diferente, pero todas las demandas de ellos son también nuestras demandas. El gobierno empezó a buscar sus estrategias para ir acabando con las organizaciones. Por eso a partir de 94 comenzó a formar paramilitares. ¿Quiénes son los paramilitares?, le preguntamos. Son indígenas como nosotros y viven también en las comunidades. Simón Pedro relata cómo grupos vinculados al PRI fueron entrenados y armados para matar zapatistas. La idea del gobierno es que nos empezáramos a matar entre nosotros. Son años de fuerte ofensiva contra el EZLN.

Nuestros padres quisieron hacer una lucha pacífica, y a los priístas les cayó mal que no acompañemos para matar zapatistas, dar dinero para comprar balas ni agarrar armas. Desalojaron casas, quemaron, robaron y muchos fueron sacados de sus territorios. En 96 y 97 se hicieron campamentos de desplazados. Bajo ese clima de violencia, los refugiados de Las Abejas acuerdan hacer un ayuno de tres días para pedir la paz. El 22, el tercer día, terminando el ayuno vinieron los priístas a matar a nuestros padres y hermanos. Cuando entraron los paramilitares, Acteal estaba rezando. Cuando salieron, todo era caos y muerte. Quince niños, 21 mujeres y nueve hombres asesinados.

Las Abejas continuaron exigiendo justicia y construyendo autorganización. Se formaron mesas directivas y áreas de trabajo, medios de comunicación, coros, teatro, artesanía, caja de ahorro, área de salud con nuestros propios promotores. Casi 25 años después de la masacre, seguimos aquí porque lo que fue 97 no tiene un fin. Tal cual. La mañana del pasado 5 de julio, Simón Pedro estaba comprando en el mercado de su pueblo junto a su hijo, cuando un individuo desde una motocicleta lo mató de un tiro en la cabeza, dándose a la fuga.

Hoy el paramilitarismo sigue operando en Chiapas junto al crimen organizado, narcotráfico y gobiernos locales como el de Pantelhó, municipio de Acteal. Esta realidad fue denunciada por Simón Pedro y otros pobladores. El de Simón es un caso más de muerte, amenaza, extorsión y desplazamiento en la zona. La violencia crece en Los Altos de Chiapas y la historia, siempre viva y doliente, sigue pariendo insurgencias. A dos días del crimen, un grupo de civiles asume otra caligrafía para defender el mismo lenguaje. Nacen las Autodefensas para la Vida de Pantellhó El Machete. El pueblo se levanta en armas y toma el control de alcaldía y territorio. Entramos para expulsar a los sicarios y a los narcotraficantes, expresan en un comunicado donde ponen nombre, apellidos y contexto a la narcopolíticaQueremos convocar a todos los pueblos de México: organícense para la vida y la libertad. Las 86 comunidades del municipio los arropan. Los desplazados regresan a sus casas. (https://afly.co/6ds6)

Simón Pedro, como hacen las abejas que luchan, antes de abandonar este mundo dejó su aguijón clavado en la conciencia de los pueblos. Para no olvidarlo, para no olvidar, Las Abejas de Acteal y las comunidades en pie de lucha seguirán protegiendo la memoria y empuñando aguijones de dignidad hasta que la justicia sea costumbre.

Antropólogo. Maestro por la Universidad Alcalá de Henares. Integrante de Voces en Lucha