Desde el umbral sereno de la Vida que me diste,
te ofrendo un canto a corazón entero,
para besar tu frente, dignísimo Guerrero,
y agradecerte al Hombre que de mi ser hiciste.
La cósmica bondad de tu mirada firme,
que hallé en la duda, terror o desosiego,
y ese tu afán de siempre amar, certero,
me hacen volar; no vengo a despedirme.
Guardo tu hacer y tu decir valiente
aquí en el pecho, en la memoria erguida,
para el fugaz vacío que deja tu partida
dispongo aquí : embarazar la muerte.
Cantemos juntos al porvenir amado,
de limpias manos hagamos un racimo,
que la simiente tuya pueda volver en vino
y nuestro andar fecundo haga sentirte honrado.
Contigo al frente en multitud de libertarios,
va por mis venas la Patria prometida,
la que juramos abonar con nuestras vidas,
la que nombramos aún callando nuestros labios.
Cayo Vicente