lunes, diciembre 10, 2012

Barbarie, represión y violación de los DH / Víctor Flores Olea



Víctor Flores Olea

Publicado: 10/12/2012 10:22
México, DF. Enrique Peña Nieto no tomó posesión bajo buenos auspicios. Al contrario, desde días antes, con el círculo de hierro que implantó alrededor del Palacio Legislativo de San Lázaro, la opinión pública percibió el desborde militar y policíaco que se ponía en marcha para ese acto que debía ser eminentemente político y democrático. ¿Se trata de una nueva manera de ejercer el poder? Todo indica que el 1º de diciembre se confirmaron las sospechas, y que por lo visto los altos mandos del nuevo gobierno giraron órdenes de ser implacables en su “mantenimiento del orden”.
Es verdad que hay aspectos de los enfrentamientos que aún deben ser definidos con precisión; por un lado, el origen del vandalismo que también se desató, y de lo cual hay suficientes pruebas a lo largo de la avenida Juárez, tanto por lo que hace a los locales de comercio destruidos como a los monumentos recién reconstruidos maltratados en distinto grado en el corredor de la Alameda. Y, por supuesto, los muy abundantes testimonios de gente, sobre todo jóvenes y, según parece, sobre todo del #Yo Soy 132, que vieron con claridad de qué manera buen número de sujetos salían de entre las filas de los uniformados vistiendo de civil y caracterizados con guantes negros con cadenas y otras formas de vestimenta, de los que surgió buena parte de la violencia o la enérgica incitación a la misma.
Hay pues un claro fenómeno de provocación, todo indica que de parte de las autoridades gubernamentales, o de alguna fracción de la misma, que debe ser investigado a fondo y sin pretextos. ¿Con qué fin? Las provocaciones de esta naturaleza casi siempre van dirigidas a abortar o restarle brillo a la principal ceremonia del día, a “quemar” a algunos de los protagonistas principales de la jornada (¿en este caso Ebrard?) o simplemente a estimular un uso de la violencia oficial que revelaría ya un propósito más permanente del uso de la fuerza pública, todo un estilo de gobierno. Sin excluir que en algún grado se hayan sumado participantes-provocadores buscando medrar u obtener algún beneficio de circunstancia. Esto último parece más remoto, porque siempre hay la sensación de actos planeados de antemano y no de improvisación al acaso. Mi idea es que, en efecto, como todo parece indicarlo, los desmanes más graves fueron originados por provocadores orquestados, entonces no debiera ser imposible o demasiado difícil para las autoridades seguirles la pista y encontrar su real origen.
Pero además digamos de los actos vandálicos que también ocurrieron se presentaron agresiones, detenciones, y hasta torturas a ciudadanos que por ningún motivo se merecían ese trato y que han sido reconocidos ya por las propias autoridades del Distrito Federal. Miguel Mancera, Jefe de Gobierno del Distrito Federal, ha reconocido explícitamente que el pasado 1o de diciembre hubo detenciones arbitrarias. Otro reconocimiento expreso viene de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal que afirma además que “elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) cometieron abusos y actos de tortura contra manifestantes el sábado pasado, y registrándose también casos de detenciones de personas que se expresaban en forma pacífica”. Esta Comisión , según se informa, detectó 22 detenciones arbitrarias e investiga cuatro casos de tortura (vía choque eléctricos) entre las personas consignadas el 1º de diciembre en la Ciudad de México.
En un informe preliminar, la CDHDF informó que los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) detuvieron a personas que no estaban involucradas en los disturbios posteriores a la toma de poder del presidente Enrique Peña Nieto. "La policía capitalina detuvo a personas que se manifestaban de manera pacífica; a personas que se encontraban dando seguimiento y cobertura a la manifestación; a personas que se acercaron a auxiliar a otras que eran agredidas físicamente por los elementos de la SSPDF y a personas que circunstancialmente se encontraban en lugar", señaló el reporte.
Resultan clarísimas entonces las causas de la indignación pública a que han dado lugar los actos represivos y la provocación del 1º de diciembre, que ha originado que algunos digan, no sin fundamento, que las acciones de ese día se parecen mucho a las orquestadas hace ya varias décadas y que han quedado en la historia de México como heridas que no cicatrizan. Resulta pues absolutamente condenable y rechazable que podamos entrar en un tobogán de violencia-represión sin posibilidades de controlar, y que resultan tan graves o más aun que la guerra antinarco a que nos llevó Felipe Calderón.
Inicia un nuevo sexenio ¿pero con tan alarmantes presagios? Por supuesto que la primera preocupación y obligación del nuevo régimen es la de aclarar con absoluta transparencia los hechos del 1º de diciembre, haciendo todo lo necesario para que no se repitan nunca más. En ello va la paz social que exigen vivir los mexicanos pero también el futuro de la nación que supone absolutamente una vida sin atropellos o violaciones a sus derechos humanos, que se dieron abundante y flagrantemente en días pasados.
El viejo PRI jamás atendió verdaderamente a esta exigencia y su castigo ciudadano estuvo a la vista al menos durante dos sexenios. El nuevo PRI deberá atender esta exigencia inaplazable, so pena de seguir pasando a la historia lamentablemente.
En todo caso, el gobierno de Enrique Peña Nieto se ha ganado en estos primeros días de ejercer funciones un amplio repudio popular, y una profunda desconfianza que no será fácil superar. Mucho tendrá que trabajar para lograrlo, y sobre todo trabajar dentro de una perfecta transparencia en la que ya muy pocos creen. Será posible lograrlo. Muy pronto lo sabremos según las acciones, no las palabras del nuevo gobierno. En todo caso, el pueblo de México espera algo muy diferente a lo acontecido en este infausto arranque de sexenio.
Víctor Flores Olea