domingo, diciembre 30, 2007

El recuerdo de las zapatistas caídas marca la reunión femenina en Chiapas


Machete en mano, las atenquenses gritaron “¡No estamos todas; faltan nuestras presas!

Ante mujeres de 30 países, narran la evolución de la vida tras el alzamiento de 1994

Hermann Bellinghausen (Enviado)

La capitana Hortencia emite un discurso junto a las comandantas del EZLN que asistieron al encuentro de los zapatistas con los pueblos del mundo, ayer en el municipio autónomo de La Garrucha Foto: Víctor Camacho

La Garrucha, Chis., 29 de diciembre. Hay ausencias que triunfan, y para las mujeres zapatistas, sus compañeras muertas “están aquí”, como expresa esta tarde Mónica, representante regional procedente del caracol de Morelia. Y no es sólo por el recuerdo de la comandanta Ramona, sino el de las “guerreras” caídas durante el levantamiento de 1994 y las mujeres que en la resistencia pacífica han perdido la vida.
El encuentro de las zapatistas con las mujeres del mundo se inició en el caracol Resistencia hacia un nuevo amanecer la noche del viernes, durante una ceremonia presidida desde el nuevo y alto templete al centro de la sede zapatista de la selva tzeltal. Sandra, en nombre de la junta de buen gobierno (JBG) El camino del futuro dio la bienvenida a las asistentes, llegadas de más de 30 países.
La comandanta Dalia, en representación del EZLN, saludó de manera especial a las mujeres de San Salvador Atenco, estado de México, y Oaxaca aquí presentes, y la comandanta Susana compartió su recuerdo emocionado de la comandanta Ramona. Pioneras ambas del movimiento rebelde, se les ha mencionado frecuentemente como principales autoras de la Ley Revolucionaria de Mujeres, que data de 1993. Por las bases de apoyo, la joven Jessica saludó a los mandos militares del EZLN de todas las regiones.
Un letrero se repite en distintas partes del caracol con la leyenda: “En este encuentro no podrán participar los hombres en: relator, traductor, exponente, vocero ni representante en las plenarias estos días 29, 30 y 31 de diciembre. El 1º de enero de 2008 vuelven a la normalidad”. Ello da pie a comentarios más o menos jocosos, pero de momento estas reglas se cumplen escrupulosamente. Los hombres, prosigue el cartel, “sólo pueden trabajar en hacer comida, barrer y limpiar las letrinas y el caracol, cuidar los niños y las niñas, traer leña”.
Todo el día se escuchó a las representanes de las regiones y los caracoles de La Garrucha y Morelia. Esta mañana se sucedieron en el uso de la palabra cuatro generaciones de mujeres zapatistas. La “abuelita” Avinia recordó cómo era la vida en tiempos de los finqueros de El Chaparral y Las Delicias; cómo los patrones abusaban de las criadas, las violaban, tenían familia con ellas, como fue el caso de Javier Albores Guillén, de la misma familia de quien llegaría a gobernador por encargo del ex presidente Ernesto Zedillo hace no tanto.
La “compañera mayor de edad” Elisa contó la organización clandestina de las comunidades para concretar el alzamiento del 1º de enero hace 14 años. La “joven madre y esposa” Mireya se refirió a la experiencia de la guerra y la vida en resistencia a partir de entonces, con la progresiva incorporación de las mujeres a la vida política, agraria, de educación, salud y participación comunitaria en los municipios autónomos. Denunció a la Opddic “que nos quiere quitar los terrenos que recuperamos después de 1994, porque sigue las malas ideas del mal gobierno”.
Aseguró que “la sangre que se derramó nunca la vamos a traicionar, vamos a seguir resistiendo”. Finalmente, la “joven soltera” Adriana habló de la educación autónoma y los cambios dentro de las familias respecto de la condición y la participación de las mujeres, “que ya no sólo van a los bailes para buscar marido”, pues ya tienen más libertad.
En presencia de las comandantas Dalia y Rosalina, y las capitanas insurgentes Gabriela, Elena y Hortencia, una niña de nueve años, Marina, de la comunidad San Rafael, manifestó: “Nosotras no vamos a recibir limosnas ni migajas del mal gobierno” y se proclamó “orgullosamente zapatista”; también aprovechó para demandar a la JBG mayor apoyo a la escuela primaria de su comunidad. La comandanta Rosalina señaló que la violencia doméstica era muy común en las comunidades indígenas, pero que a partir del levantamiento, y con la resistencia se ha mejorado la situación.
Rebosado por la concurrencia, el auditorio del caracol alojó durante el día a más de 500 mujeres, tanto indígenas de las diferentes regiones rebeldes como procedentes de México y los cinco continentes. Muchas más, y la totalidad de los varones que asisten al encuentro, se apiñaban afuera del recinto o escuchaban a distancia, gracias a las bocinas en la explanada.
La comandanta Dalia dio un mensaje en nombre del EZLN, dirigido a la otra campaña y las distintas luchas. Entre ellas, una importante presencia de delegadas de Vía Campesina de Asia, Europa, Norte, Centro y Sudamérica, así como los Sin Tierra de Brasil y diversos colectivos femeninos. “Nuestra lucha es por los y las indígenas, y no indígenas”, dijo Dalia. “Tenemos que mostrar en los hechos que somos verdaderamente rebeldes. Es preciso, es justo que estemos organizadas para defender nuestras tierras. Nunca perdonaremos lo que nos ha hecho el capitalismo”.
En las sesiones vespertina y nocturna se escucharon las intervenciones de las delegadas del caracol de Morelia. Expresaron un reconocimiento especial a las presas políticas de Atenco, Oaxaca y el resto del país. Un grupo de mujeres de Atenco, entre quienes se encontraba Trinidad Ramírez, esposa de Ignacio del Valle, blandieron sus machetes al grito de “¡No estamos todas, faltan nuestras presas!”
En los intermedios, un grupo musical entonaba cumbias revolucionarias, como la Canción de las mujeres, que celebra “la esperanza de todas las olvidadas”.